Promesas por las cuales vivir sin conseguir
Zacarías 9:16,17
“Porque como piedras de una corona brillan sobre la tierra. ¡Cuán grande es su bondad y su hermosura! El trigo hará florecer a los jóvenes y el mosto a las doncellas”.
Dice Gill que la palabra corona además de referirse a las sienes de los reyes y sacerdotes significa separación, o apartamiento por el llamamiento de Dios a vivir santamente. Eso tiene importancia doctrinal. Así brillan los santos como luces de la corona de Jesucristo.
Al final del texto se dibuja el cuadro de prosperidad donde los jóvenes en la flor de sus vidas con las doncellas, no estarán desnutridos sino que por la abundancia (como dice Calvino) crecerán saludables y vigorosos, “el trigo hará florecer a los jóvenes y el mosto a las doncellas”. Todo eso les parecería a los cautivos como un sueño porque son “palabras que oído no oyó ni ha subido a corazón de hombre las que Dios ha preparado para los que le aman”, y que con mucho esfuerzo y peligro lograron cumplirse en parte pero no en su plenitud puesto que fueron como ideal, para los que Dios llamó y animó para que regresaran a su país y lo reconstruyeran.
Idealmente es el cielo lo que les promete, los inspira con “preciosas y grandísimas promesas” (2 Pe. 1: 4), más de lo que ellos recibirían en su tiempo.
Los profetas visionan como cuentos y novelas para su pueblo y les dicen que son las promesas de Dios. Y estaban en lo cierto cuando les prometían “villas y castillas” y un mundo de oro, plata, piedras preciosas, agua, alimentos, flores y perfumes; o sea, más de lo que encontraron y recibieron en este mundo porque se dejaría su plenitud para la época del evangelio y más allá, para el reino de los cielos. Aquellas visiones idílicas animaron a la gente y los que tuvieron fe las creyeron y vivieron sonriéndoles al porvenir, aunque nunca sin haber alcanzado lo prometido (He.11: 13). Fueron promesas por las cuales vivir sin conseguir. Y no dejaron de creerlas.
Estimado hermano, aqui le envío en enlace de mi nueva entrada:
ResponderEliminarhttp://kerygma-apostolico.blogspot.com/2010/03/dios-no-tiene-amor-dios-es-amor.html#more
Pastor Edinson.
ResponderEliminarLeí sobre el amor de Dios en su blog. Un gran estudio sobre el amor divino, bien investigado y argumentado. Vale la pena que muchos lo lean. Bendiciones.
Me alegro estimado pastor Humberto, que haya leido mi tema, la verdad tengo muchos deseis en mi corazón que algunas personas y creyentes arminianos incluyendo algunos colegas puedan analizar estos estudios, estoy orando por ellos para que entiendan mejor estas verdades tan bellas y tan profundas, saludos y bendiciones mi querido hermano.
ResponderEliminarCon gusto pastor Edinson, siga publicando con esos deseos y orando por sus escritos. Adelante!
ResponderEliminarY estaban en lo cierto cuando les prometían “villas y castillas” y un mundo de oro, plata, piedras preciosas, agua, alimentos, flores y perfumes...
ResponderEliminarNo entiendo esta parte... por qué estaban en lo cierto?
Cuando leí lo que escribiste me vino a la memoria Miqueas 2:11,
11 Si alguno andando con espíritu de falsedad mintiere diciendo: Yo te profetizaré de vino y de sidra; este tal será el profeta de este pueblo.
Es decir, que el pueblo acoge al profeta que le regala lo que sus oidos quieren escuchar, pero no debemos olvidar que todo falso profeta es detectado porque sus vaticinios no son refrendados por los hechos, así pues... Por qué dices que estaban en lo cierto?
Confundidito me hayo...
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Renton, gracias por expresarme tu incertidumbre ante esto que escribí. Verás. Todos los profetas al hablar en su contexto lo excedieron y llegaron hasta las fronteras del evangelio y el mismo Gólgota. Sus contemporáneos sobrevivientes y los que vendrían después pensarían que eran unos exagerados, pero no era así sino que el Espíritu que estaba en ellos los entusiasmaba con el futuro, y veían el mundo de la fe.
ResponderEliminarEl reino de los cielos es un mundo maravilloso, un hermoso y feliz cuento. En él las fábulas son ciertas, no hay en él ley de gravedad, las fantasías son historias del poder de otro mundo, del siglo venidero. La salvación de la cual hablaban todos los profetas es un mundo maravilloso, un país de sueños, paradisíaco, donde el buey y el león se llevan bien y comen lo mismo, donde el asno habla, la serpiente dice algo, un hacha flota, un carro tirado por ángeles se lleva a un profeta que se sube a él y se interna en las nubes, y llega al infinito, un par de personas caminan sobre el agua, un pez gargantón se traga a un hombre y lo vomita vivo, un ciego de nacimiento es hecho vidente, y más que todas esas maravillas, Dios se hace hombre y no deja de ser Dios, y las dos naturalezas están juntas sin mezclarse; y un hombre mira el cielo y lo ve abierto y a Jesús como si estuviera a unos metros de él a la vuelta de la esquina; y maravilla son las enseñanzas que explican la salvación de un pobre pecador, cómo es escogido para que sea salvo, cómo los ángeles se alegran cuando se arrepiente, como es investido con una justicia ajena y como es llevado por pantanos y miasmas hasta la mismísima gloria. “Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido a corazón de hombre” (1 Co. 2: 9). Es que no estaban mintiendo, estaban en lo cierto, cuando les dibujaban colosales promesas, que no alcanzarían; “villas y castillas” “y un mundo de oro, plata, piedras preciosas, agua, alimentos, flores y perfumes”, más de lo que podamos aspirar, soñar o imaginar. Yo quiero vivir siempre en ese simpático mundo.