Qué Desalienta a los Pastores
13:16-17(LBLA)
Y no os olvidéis de hacer el bien y de la ayuda mutua, porque de tales sacrificios se agrada Dios. [17] Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta. Permitidles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para vosotros.
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El tema general tiene que ver con el trabajo pastoral pero veremos un par de cosas antes para introducir el asunto. Cuando los pastores son llevados a iglesias que los hermanos se ayudan los unos a los otros, ellos permanecen allí mucho tiempo y crían sus hijos dentro de tal congregación. Es una hermosura de iglesia la que practica la ayuda mutua (v.16), que ya la expliqué en parte en la exposición anterior cuando se les pide que sean hospitalarios. Aunque esta última expresión añade algo más a lo anterior porque tiene dos significados, que son compañerismo y comunión, o como se ha traducido, ayuda (Ga 6:6); con todo, el significado de ayuda mutua combina bien con hacer el bien y participar del compañerismo cristiano (10:25).
Y para enlazarlo con lo que sigue yo diría que el Señor les pide que se ayuden como familia y que cada uno tome responsabilidad de las cargas de los otros cuando ellos no puedan sobrellevarlas porque eso es lo que se hace en una verdadera familia si los padres los han enseñado a comportarse como hermanos hasta que se mueran, estén cerca o alejados por el destino.
Y para lograr eso es necesario que los pastores desarrollen sentimientos familiares en sus iglesias, cuidándolas ellos como a sus propios hijos, hermanos, padres o madres. Sin mucho trabajo se ve que la intención del autor es que exista y madure la iglesia en torno a los pastores porque la iglesia es una familia, no sólo para recibir beneficios de ella sino para respetar al que la dirige, la representa, y es el cabeza de ella, el padre y pastor.
La función pastoral es una función paternal o maternal, y para ilustrarlo con el ejemplo de aquel buen pastor que fue Moisés cito lo que Jehová le pidió cuando cuidaba a Israel, una iglesia de 3 millones de miembros, tan grande como ningún otro pastor la haya tenido. Su país era su iglesia. El Señor le pidió que con sentimientos maternales cargara a su iglesia sobre su pecho, peso que el buen líder consideró que era demasiado grande para su pequeño corazón, “y dijo Moisés a Jehová: ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres?” (Num 11:11,12).
Nota que por naturaleza y aun por llamamiento Moisés estaba de acuerdo con Dios en ser líder y guía de su iglesia pero no que la tratara como si todos ellos fueran sus hijos, y pequeños. Le respondió a Dios que no, que él no los había parido ni engendrado, que no sentía por ellos el cariño de un padre o de una madre, que sus afectos estaban un poco más distantes que eso. Pero Dios le dijo que lo sabía pero que no debía ser, que debía cuidarlos con afectos más profundos, que su posición no era la de un cargo secular sino un lugar divino y que necesitaba esos sentimientos divinos para ejercer bien su misión.
Así más o menos quiso decirle a Dios, “me has dicho cuídalos con mucho cariño, no los trates por obligación, son difíciles de amar pero son los que te he dado para que los ames. Sopórtalos, instrúyelos, son mis ovejas Moisés, y así es como quiero que las cuides, con todo el corazón” (Juan 21. 16). Una carga muy pesada para Séfora, Gersón, Merari, pero no para el siervo de Dios. Moisés dijo "yo no soy el padre de ellos, soy su líder, su pastor, pero ellos no son mis hijos". Dios le dijo "trátalos como hijos porque son mis hijos". Los miembros de la iglesia no son gente ajena para sus pastores sino la carne y sangre de ellos.
Por otra parte la amplitud del cuidado pastoral identifica a los pastores genuinos. Esa es la clase amorosa y respetuosa de obediencia que debe tener la iglesia hacia sus pastores, cuando ellos se portan como una madre y velan por sus almas (v.17); lo que quiere decir que están atentos al estado y progreso de sus almas, que en griego la palabra es psuche incluye el significado de alma, psiquis, aliento y vida.
Esa pequeña palabra encierra todo el hemisferio del cuidado pastoral, la vida espiritual por supuesto, y junto a ella la vida síquica o el progreso mental y de conocimientos, y además el aliento de vida de sus hermanos y hermanas que incluye nutrición y curación si la necesitan. Toda la vida de sus hermanos es importante para los pastores y no solamente el espíritu sino su salud mental y física, si come o no, si tiene frío o no, si halla empleo o no, si se casa o se quiere descasar. La vida no es solo la asistencia a la iglesia.
No pastoreamos almas descarnadas porque esas en el cielo están, sino almas aquí sobre la tierra que tienen necesidad del mantenimiento de cada día, almas que tienen estómago, piel y ojos, que sienten hambre y sed, frío, y almas que a veces lloran. Esta es la clase de pastores que da Dios a la iglesia, y sólo a esa clase ella debe estar sujeta no a los que no les importan las ovejas y las trasquilan en beneficio propio, donde ellas viven para él y no él para ellas, ellas los sirven a ellos y ellos las engañan. La iglesia puede saber si sus pastores son realmente escogidos y graduados por Dios no por los diplomas que les hayan certificado los hombres ni por la imposición de otros colaboradores sino por su corazón pastoral y por el énfasis de su escatología pastoral, concretamente el juicio de Dios, porque con temor persuade a los hombres, pero a Dios le es manifiesto lo que son (2Co 5:11), ya que ante él han de dar cuenta (v.17).
Sin embargo no pocas veces se nota desaliento en los pastores, si bien porque la palabra no crece y es glorificada o porque influyen muy poco las enseñanzas que se toman el trabajo de impartir a la iglesia. No todos los hermanos y hermanas son obedientes a los cuidados y consejos de sus pastores que sienten en su corazones el dolor de la indisciplina, falta de respeto y desobediencia de algunos, que echan en saco roto sus sermones y se olvidan de lo que les dicen, haciéndoles sentir que preparan sus estudios y predican sus sermones por gusto porque de todas maneras después de haberles entregado el alma en el púlpito ellos seguirán igual, a veces, habiéndoles estrechado la mano en la puerta y felicitado por sus mensajes.
Y la única forma que tienen esos hermosos siervos de Dios es andar quejándose en sus sermones que se tornan amargos y regañones, cargados más de reproches que de gracia y más de frustración que de gozo cristiano, y eso no es provechoso para la congregación que acude el domingo a oír palabra de Dios y recibe peleas. El ideal de todos los auténticos ministros del evangelio no es tener el templo lleno de feligreses sino la obediencia de ellos al evangelio. Si ellos son felices solamente con verles las caras el domingo, disfrutar sus sonrisas de aprobación y recibir sus dineros, son infieles, porque la meta real de todo sermón es modificar con gracia y Espíritu Santo la conducta de sus queridos oyentes y presentar su amada congregación como una virgen pura a Cristo (2Co 11:2).
Bien claro que el autor lo dijo, obedeced a vuestros pastores que es lo mismo que obedecer el evangelio que predican, queriéndoles decir que cuando se sienten a oírlos háganse el propósito cuando salgan de allí hacerles caso, porque ustedes asisten al culto cada domingo con intención de mejorar un poco. De lo contrario desalientan a los pastores y es mejor que a ambos, a ellos y a vosotros se les note que están recíprocamente
Gracias hermano por este escrito.Por hacernos recordar que no debemos ser una carreta vieja con la cual tengan que jalar, no nada más los que están al frente de nosotros, sino hasta nuestra propia familia en la carne.
ResponderEliminarAl menos en lo personal, trataré de no ser carga, pero tampoco ser una mujer invisible e inservible, je,je.
El Señor le continúe bendiciendo.
Gracias Isa por tu comentario, nunca te hagas transparente e invisible, sé que nunca lo serás, y tampoco creo que tú y tus amados sean en la iglesia "una carreta vieja" que hay que halar, sino un "carro de fuego". No me refiero a Tigrin. Bendiciones.
ResponderEliminarJa,ja,ja,ja, gracias hermano por acordarse de "Tigrín".Y efectivamente, tratamos de no ser "carretas viejas" para jalar ¡uy! y tampoco ser "jarritos de Guadalajara" -así decimos por acá por México a la persona que es muy sensible y de todo se "quiebra"- je,je.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.