Júntese Al Esqueleto de Eliseo


Así que la fe es por el oír y el oír por la palabra de Dios (Ro.10:17).

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Si analizas el contexto de estas palabras verás que Pablo está hablando de los predicadores. Dice que la fe de los incrédulos nace cuando “la palabra de Dios” es predicada. El verdadero sermón es la exposición y aplicación de la palabra de Dios. El que no lee ni oye buenos sermones y se alimenta con cenizas (Isa.44:20) se morirá más pronto que si le hubieran servido cada domingo langosta y miel silvestre. No dejemos de leer la Biblia, es la base misma de la edificación, pero si no asistimos a oír sermones nuestra edificación será más lenta y cansona que la de aquellos que tienen el privilegio y el buen gusto por la palabra oída.

Si el púlpito de nuestra iglesia se halla ocupado por el joven Adonis que se predica a sí mismo y sus experiencias, dejémosle solo “clamando en el desierto”. Y si tenemos la buena suerte que nos cayó como predicador un bufón ungido que desternilla de risa a la iglesia cada domingo y no abre la Biblia ni predica la palabra de Dios, digámosle good bye.

Después de la predicación desde el púlpito, la mejor forma de edificación es la lectura de sermones. Aquellos de nosotros que apenas escuchamos alguno de cuando en cuando, debiéramos adquirir el necesario hábito de leer los grandes sermones de príncipes ungidos. A los maestros bien les haría leer esas “substanciosas” prédicas que son como el pan de Aser. Vayamos a la librería mejor surtida con estos materiales, no digo las que engordan sus bolsillos vendiendo libruchos sensacionalistas y página religiosa amarilla. Un buen libro podría leerlo en la Internet pero es mejor comprarlo. Pero sé, y no me lo discuta nadie, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que encontrar un buen autor entre tantos modernos mercaderes emergentes, con vidas con propósitos y manías sicológicas, entonces júntese a los huesos de Eliseo, de Spurgeon, M’Cheyne o Richard Baxter (2Re.13:21) pues hay más vida en los esqueletos de esos viejos sermones que en los que “tienen nombre de que viven y están muertos”.

Comentarios

  1. Bien haríamos, con más razón los jóvenes, si nos pegáramos a los huesos de estos hombres, ungidos, reformados, conocedores de Dios y de sus verdades. Es una gran bendición: la fe, el conocimiento y la piedad aumentan al leer al "Príncipe de los predicadores" o a Robert Murray M'Cheyne. Recién tuve la oportunidad de leer algunos sermones de M´Cheyne; son de los que matan y reviven al mismo tiempo.

    Si me permite, publicaré esta invitación en mi web.

    Saludos,
    I. Daniel

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  2. Daniel, puedes publicar lo que quieras de mi blog. Estos hombres han sido mis modelos desde mi juventud; y ahora lo son de jóvenes como mis dos hijos, y jóvenes como tú. Hace poco quise comprarle a la librería del Tabernáculo Metropolitano un libro de sus cartas escritas a su amada esposa e iglesia, desde Mentone, Francia, donde se refugiaba buscando calor para sus pobres coyunturas, pero no pude. Abrazos.

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  3. Humberto,

    Allan Román tiene un blog dedicado a Spurgeon en donde estuvo publicando las "Cartas desde el sufrimiento"; le dejo la liga para que visite el sitio:

    http://allanroman.blogspot.com/

    Bendiciones

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