Muchas emociones y pocas raíces; si vas a enviar informes hazlo con un año de retraso


MATEO 13:5-6; 20, 21
 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza”. 

Si usted tiene la fortuna de no ser de esta primera clase examínese si es de la segunda. ¿Cuál es? ¿Cómo la representa el Señor? Estos son los que el evangelio llega a sus corazones como la semilla sobre la piedra, “cayó en pedregales, no tenía mucha tierra, brotó pronto, salió el sol y se quemó”. Jesús explica en los vv. 20, 21, “y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza”.
El Señor continúa explicando a sus mensajeros por qué su predicación no ha sido más efectiva y sobre todo lo que están viendo, que han empezado a abundar las apostasías. Los primeros que vimos son los que no entienden nada del evangelio y jamás llegan a ser discípulos. Pero estos sí. Sólo que el Señor nos advierte que serán de “corta duración” y no perseverarán. Comenzarán, pero se irán después de algún tiempo y alegarán algunas causas. Los discípulos estaban tristes porque ilusionados con el incremento del número, de pronto comenzaron las deserciones y el grupo a ponerse chico. Las reuniones estaban disminuidas. Muchos se habían ido, dejando una brecha como una gran herida que sangraba dolor y desaliento. Jesús los prepara teológicamente para enfrentar las apostasías y enseñarles a combatir dentro del corazón el desánimo que ellas producen. Si en el ministerio de él había apostasías, ¿habría ellos ser mejores?
Tanto los pastores como las iglesias debemos aprender de esos sentimientos de tristezas que dejan detrás los que niegan la fe al marcharse de la comunión de los santos, y explicárnoslos teológicamente en relación con la Palabra sin culpar en lo más mínimo a los predicadores, a los maestros o peor aún, a los que han permanecido; porque los que se marchan de la fe siempre alegan causas secundarias, como el trato, los sermones, el amor y otras, para justificar por qué han dejado al Señor. El diablo es tan perverso que después que aquellos pedregales se van nos hacen sentir culpables y hasta reñir, achacándonos las culpas de sus apostasías. No mi amigo, salvo raras excepciones, el que deja al Señor lo deja por la dureza de su corazón y nada más.
Hay algo también importante para explicar las apostasías, la existencia de la fe temporal, que ni siquiera pudiera llamarse así el asentimiento y recepción que le dan. Fíjese que la fe de estos apóstatas brotó cuando oyeron la palabra del Señor. Jesús dice que al momento reciben el sermón con gozo. No lo rechazan, no lo olvidan, lo acogen, le dan el sí. La fe de ellos no empezó por alguna superstición, comenzó cuando oyeron la Palabra. Eso hace pensar al ministro y a la iglesia que se han salvado. Pero el Señor dice que es fe temporal, no llegarán a su madurez. Es cuestión de tiempo. Las circunstancias futuras arrancarán esa fe. Probablemente el mal trato por la Palabra. Los problemas se la quitarán. Para saber si una fe es una ilusión temporal o la fe salvadora no basta con que se le den el sí al evangelio, hay que esperar un tiempo. Por eso hay que ser cauteloso en declarar convertido a alguien que hace sólo unas semanas o unos pocos meses que profesa cristianismo. Hay que esperar por las circunstancias y el futuro. Los verdaderos testimonios de fe no son los que cuentan alguna experiencia de conversión sino los que conocemos cuando los vemos viviendo largamente y enfrentando el menosprecio por Jesús. Los que tienen que enviar informes de convertidos y reportes a alguien, debieran esperar cosa de un año o más, enviándolos con atraso, pero con más credibilidad. Las estadísticas de convertidos apresuradamente hechas, cuando se trata de fe temporal, pueden resultar en un júbilo injustificado y en un reporte erróneo sobre la situación de la obra. Podemos estar dándole gracias al Señor por conversiones temporales. Todos los ministros sabemos que no recibiremos ninguna recompensa por la fe temporal. Para el Señor la palabra más importante no es recibir sino otras dos: raíz y su consecuente, duración.

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