Vivir con una mordaza en la boca
AMOS 5:13
Tiene miedo hablar y no dice la verdad, la comenta
en voz baja con la familia, dentro de la casa mirando afuera para ver si
alguien escucha. Hay espías por todas partes, delatores voluntarios y pagados
que por ganarse honores y escalafón espían la vida privada de los ciudadanos
quienes no tienen el derecho ni siquiera de quejarse de lo malo que está la
situación y no les es lícito opinar contrario al gobierno ni disentir de leyes
injustas. El prudente teme la dictadura y la represión; y lo que no diga la
prensa, la radio o la televisión para él decir lo mismo, no lo dice. Es mejor
morir con una espada en el corazón que vivir con una mordaza en la boca.
Pero ¿es prudencia o cobardía? ¿Hay que permitirle
siempre a la mentira que tenga los derechos que se le niegan a la verdad? Los
cristianos buscamos ser ciudadanos honestos tanto del reino de los cielos como
entre los reinos del mundo donde testificamos. Aunque en el evangelio tiene más
importancia la palabra hombre que la palabra ciudadano, no es verdad que sea
apolítico. Hay que decir la verdad prudentemente según uno la siente, pero
decirla. ¿Cree que los césares quemaban a los cristianos y perseguían a sus
obispos sólo porque predicaban el perdón de pecados? ¿O porque se oponían a la
idolatría gubernamental? No tenían sólo razones teológicas sino políticas
porque los discípulos de Jesús se negaban adorar al que tenía cetro y trono, y
decían que Señor era uno sólo, Jesucristo. Se creen los estados totalitarios
que son divinos y sus líderes dioses.
Se busca la forma de decir lo cierto, o escribirlo,
o gritarlo y esconderse, o transmitirlo desde otro país para que los ciudadanos
se enteren de lo que ocurre y se les oculta, y sientan la satisfacción de oír
lo que ellos quisieran decir.
Por eso los tiranos temen a los medios de difusión
masiva y pronto se incautan de ellos con cualquier pretexto con el propósito de
enmudecer las voces opuestas y extender el dominio de su terror, con silencio;
y poder propagar con mentiras como si fueran cosas ciertas, su ideología. A las
dictaduras les horroriza la verdad, y que se desmienta que el paraíso que
prometen a cambio de renunciar a la libertad de expresión, es una “gran
estafa”; por eso intentan desvirtuarla llamándola propaganda enemiga y
calumnias de intereses foráneos. Los tiranos no suelen crear una sociedad sino
un arsenal, y un grupo de privilegiados únicos.
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