El león podría comer paja como el buey
MATEO 7:6, 12
“No deis lo santo a los perros, ni
echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se
vuelvan y os despedacen. Así que, todas las cosas que
queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con
ellos; porque esto es la ley y los profetas”.
No tomes esto como una ofensa. Esta exposición
pudiera parecerte ofensiva, pero no tiene ese ánimo sino advertir a la iglesia
que sea “mansa como paloma y astuta como serpiente” cuando evangelice a los que
están sin Cristo porque entre ellos hay hombres violentos que no sólo hacen “afrenta al Espíritu de gracia” sino que se tornan violentos y si
pudieran despedazarían al buen embajador de Cristo. En realidad, lo de perro no
es una calificación moral sino una clasificación espiritual porque Jesús mismo
llamó perrillo a la mujer sirofenicia
de nación, y ella con fe no lo tomó como un insulto, sino que a pesar de ser
humillada para salvación argumentó
con el Señor y obtuvo lo que quiso. En realidad, estos dos versículos (vv.6,12)
están sueltos, no tienen conexión con el contexto porque fueron resumidos por
Mateo de discursos de nuestro Señor. El "Sermón del Monte" pudo ser
una serie de sermones en la misma área, sea en el monte o en el llano.
El evangelio
santo y valioso algunas veces es expuesto a personas que salvajemente lo
rechazan y con odio atacarían a quien osadamente les hable de Jesús (Hch.
7:54,57). El texto no es un llamado a rendirte inmediatamente al hallar
oposición y declararlos perros y cerdos dejándolos morir en sus pecados porque
uno lee biografías de misioneros que han prevalecido sobre la incredulidad y
después de padecer una serie de ultrajes y malos tratos al fin han conquistado
los corazones. Propiamente el Señor se refiere a la actitud que tomó Pablo
(Hch. 13:44-46,51), cuando ya percibió que era totalmente inútil esforzarse más
con ellos. Pablo hizo lo mismo que nuestro Señor había dicho que se hiciera
(10:14).
El león podría
comer paja como el buey. Quizás el Señor nos sugiere que para ciertas
personas está limitado el privilegio de
oír el evangelio. Sin atenernos a otros textos, al menos éste nos dice que
cuando se manifiesta hostil al mensajero y se enfurece al punto de querer
hacerle daño, es mejor pasar de él y sembrar la buena semilla en un corazón
como los de Berea, más noble. Si la
actitud o el mensaje dan señales de violencia es recomendable que no se le
hable más, dejando que Dios en el curso de su sabiduría continúe con su
providencia. ¿No nos damos cuenta que la salvación no es obra de nuestros
deseos y que no se puede misionar sin ser acompañados espiritualmente por el
poder del Señor?
Y en último lugar, ¿no ves que es exigencia de todo
evangelista enviado por Dios desde el principio de su predicación demandar en
nombre de Dios una vida santa? Esto,
naturalmente no es algo que cae bien a los hombres que actúan como perros y se consumen unos a otros (Ga. 5: 15), y a
los apóstatas que amando este mundo actúan como puerca lavada (2 Pe. 2: 20), que
siente placer al revolcarse en sus inmundicias; pero es lo que invariablemente
debemos exigir. Los perros tienen que volverse ovejas, el león comer paja como
el buey (Isa. 11:7), y las fieras acompañar a Jesús (Mr. 1:13), amansadas por una nueva creación (Ga. 6:15). Si
eres un fiel evangelista no te conformes nunca con una vida ética aceptable
sino con un corazón santo, perdonado y que busca gloria de Dios. Hasta, como
dice el profeta, el león no devore sino coma paja.
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