Moisés, el marido caballeroso
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Éxodo 2:14-22
“Y al día siguiente salió y vio a dos hebreos que
reñían, y dijo al culpable: ¿Por qué golpeas a tu compañero?”.
Era un hombre con un gran sentido de justicia; quizás nunca le pesó lo que hizo al egipcio ni cómo trató de apaciguar a los dos israelitas, aunque sabía que había sido nútil. Todos hemos hecho cosas bien hechas que han sido inútiles, pero no por eso nos pesa haberlas hecho ni hemos renunciado a seguir haciéndolas. Uno puede seguir hacia su futuro dejando atrás muchas decepciones y malos recuerdos.
Era un hombre con un gran sentido de justicia; quizás nunca le pesó lo que hizo al egipcio ni cómo trató de apaciguar a los dos israelitas, aunque sabía que había sido nútil. Todos hemos hecho cosas bien hechas que han sido inútiles, pero no por eso nos pesa haberlas hecho ni hemos renunciado a seguir haciéndolas. Uno puede seguir hacia su futuro dejando atrás muchas decepciones y malos recuerdos.
Moisés era un poderoso en Egipto y no era fácil
conspirar contra él sin que se enterara. Y eso fue lo que ocurrió. Le dieron
aviso y le dio tiempo para huir. Huyó a Madián donde se casó con la hija de un
sacerdote, que estando relacionado en su origen con el pueblo de Israel, sería
un sacerdote de Jehová como Melquisedec. La palabra también indica príncipe.
Moisés nunca se hubiera casado con una mujer que no fuera temerosa de Dios,
aunque no entendiera a plenitud todas las enseñanzas del Señor. Por ejemplo la
circuncisión.
Mira dónde Moisés halló su esposa; no era egipcia ni
israelita sino madianita. Sobre esa unión no se sabe mucho; no la escogió
pensando en su liderazgo porque eso le parecía que ya no lo tendría, la
nacionalidad de Séfora es como una protesta amarga contra los suyos y contra
los egipcios; pero en su frustración necesita una mujer humilde, una ayuda. Es
interesante cómo la conoció. Por ser humano y caballeroso con ellas y haberlas
defendido de los pastores. Esas cualidades unidas al valor le hicieron pensar
al padre de las muchachas que podía tenerlo como huésped en su casa, empleado,
y quizás marido de una de sus hijas. Y así fue. Tal vez este es uno de los
episodios menos comentados sobre la vida de Moisés y sin embargo es uno de los
más bellos. El Moisés de la Ley y del monte Sinaí parece otro, sin embargo no
es otro, es el mismo en cierne, con un humilde comienzo. No estaba esperando
una gran oportunidad sino que estaba dispuesto para toda buena obra, aunque
fuera defender a un grupo de mujeres y sacarles agua de un pozo.
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