Cristianismo no consiste en tu salvación y la mía
"El cristianismo no es acerca de la salvación individual sino acerca de la gloria de Dios. La iglesia no está fundada sobre una autoridad institucional sino sobre la lectura de la Escritura, mediante la cual por medio de individuos, aunque ellos pudieran errar, se puede garantizar el paso a la salvación" (Calvin, Bruce Gordon, pag. 98).
Dos cosas vemos, que los que transmitimos el evangelio somos personas defectuosas, y con todo Dios garantiza que a través nuestro pase la salvación a otros. Sin embargo, el cristianismo no consiste esencialmente en que seamos salvos de la condenación sino en la restitución del orden de la gloria de Dios en este mundo, poblado por desobedientes, y lleno de rebeldía.
¿Por qué Dios creó este mundo? ¿Por qué predicamos que no se debe pecar y por esa causa enseñamos la ley de Dios? Dios no creó al mundo para mirarse a sí mismo y ver su gloria sino que de su propia gloria lo hizo, y el pecado es opuesto a esa gloria; por lo tanto la salvación por esa razón no es para salvar al hombre sino para restituir el orden de la gloria de Dios.
Son dos motivaciones diferentes; una cosa es la preocupación porque una persona vaya a sufrir los tormentos del infierno a causa de su pertinaz rebelión contra Dios, y otra cosa es cuando se le exige que deponga su actitud pecaminosa porque está violando las leyes de Dios, lo deshonra con su forma de vivir, es desobediencia al orden establecido de su gobierno. El mensaje del evangelio hace saber a todo pecador que esa rebeldía puede ser castigada con la pena máxima, y que mientras persista en esa actitud de guerrear contra la gloria de Dios está expuesto a su ira, y por supuesto tiene todas las de perder. Nadie está autorizado a vivir en este mundo, que pertenece a Dios y se debe a su gobierno y buena voluntad, no está autorizado para disfrutar de su sol, aire, agua, alimentos, y de la maquinaria de su propio cuerpo, hecho por su Creador, y a la vez sostener una actitud ingrata y de rebelión constante sin el más mínimo interés por su voluntad revelada en la Sagrada Escritura.
La autoridad del evangelista y predicador provienen de ese pensamiento, que no es puro sentimentalismo místico, sino la autoridad de un embajador de Dios en nombre de Cristo que exige la aceptación de condiciones de paz y la reconciliación (Luc. 14: 32; 2 Co. 5: 18-20). Aquellas cosas que la Biblia llama pecado y obras de la carne, tales como "adulterio, fornicación, robo, envidia, pleitos, homicidios, borracheras, idolatría, hechicerías" (Ga. 5), son acciones ilegales y penadas por la ley de Dios. Si queremos salir a hacer un evangelismo bien orientado, con convicción y poder, hablemos a los pecadores desde una plataforma de autoridad gloriosa, que Dios no está dispuesto a continuar indiferentemente tolerando que se burlen de su gloria, que procuren deshacerse de ella y no soportará la instauración de un modo de vida completamente hostil a la gloria divina con la que fue formado el hombre.
Concluyo con esa preciosa frase del calvinismo, que el cristianismo no consiste acerca de la salvación individual sino de la gloria de Dios. Evangelizar al mundo es un asunto serio y de mucha responsabilidad, y ambas cosas dan pasión por hacerlas; no tienen que ver con un templo lleno de gente, ni con la desesperación por hallar algún método nuevo para atraerla a toda costa, ni con la fama y la popularidad; esas cosas pudieran ser en sí mismas contrarias a lo que se busca, el orden en el mundo de la gloria de Dios.
Me gustó esta entrada. Ayer hablábamos lo mismo con mi mamá. El evangelio no se trata de hacer que las personas quieran ir al cielo, sino de desear a Cristo y glorificarle como se merece.
ResponderEliminarBendiciones pastor!
En efecto Viviana, es bonito saber que conversas con tu mamá esos temas teológicos. Se saca menos de la lectura de la Sagrada Escritura si se lee sin conocimiento teológico que si se tiene. Sigue conversando con tu mami esas cosas. Dios las guarde siempre junto aguas de reposo. Saludos a las dos.
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