Respuesta a un joven que ama la teología


“Hno. Humberto muy buena anotación e interesante, que lastima que ninguna pastor o ministro de lo “extático” entre y lea estas cosas tan importantes… hace años que para muchos ministros la palabra teología les causa miedo… o será pereza? O será indiferencia? Sea cual fuere el motivo, no entienden que la teología es la vertebra de la ciencia correcta de analizar la verdad eterna. El asunto querido hermano Humberto es que hoy en día hay miles no les interesa la teología porque no va en acorde con sus “intereses” y el formato que manejan no es de acuerdo a teología sino a emocionalismo, mundano y terrenal. La teología no llena templos, ni satisface al oído carcomido por la comezón, la teología no da “soluciones” rápidas, practicas y desde luego que no demande mucho, lastimosamente la teología [que es el estudio y conocimiento profundo de Dios] no está en el menú de muchas iglesias, podría decir miles. No será también plan de Dios? “…por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia….” No sé, quizás a Dios no le place aparecerse a ellos! La enorme pregunta es, si no predican y enseñan teología, que es alimento de esas pobres almas que escuchan día tras día a estos “anti-teología”? o será el mismo espíritu engañador que opera en los hijos de desobediencia? Huy, eso si da miedo! No la teología! “.




Has dicho cosas muy importantes y se ve que estás informado de cómo van las cosas hoy en día. Conozco a un predicador, que pudiera tener mucho que ver conmigo mismo, que ha predicado en iglesias donde la teología brilla por su ausencia en el culto, a veces con formato reformado y contenido práctico para popularizar el púlpito, tales como “la paciencia, el amor, el perdón, las bendiciones, el ambiente de la familia, la crianza de los hijos, la asistencia al culto, las malvadas patatas fritas, etc.”.

Al principio del sermón cuando ha empezado a conducir la atención de iglesia dentro del texto bíblico parecen seguirle de mala gana, como aburridos y porque no les quedara otra, sin embargo poco a poco el interés bíblico, la pertinencia de las grandes verdades halladas y presentadas ante sus ojos, a pesar de los muchos defectos que tiene como predicador, se los abren, empiezan a brillarles y sus bocas a sonreír; se incorporan en sus asientos y al final los desatentos eran todo oídos y querían, sentados en las puntas de las sillas, que la predicación continuara. Esto es para la gloria del evangelio y no del viejo predicar hispano. Este domingo fue su caso así y cuando dijo que ya era tiempo de terminar, una hermana le dijo en voz alta que siguiera hablando. Y nadie miró el reloj.

La teología es rígida como un soldado y tierna como una dama. Es espiritual y celestialmente práctica, llena de bondad y buena intención. La teología ama como una madre y abraza fuerte a sus hijos y los besa como un padre. Sin ella, las propias iglesias reformadas no tendrán un futuro amplio y abundante, ni una entrada gloriosa en los siglos por venir.

¿De qué se alimentan los desdichados hermanos sin teología, dices? De heno y hojarasca, o como dice el profeta, “de cenizas”. Ellos, y no nosotros, son los que quieren llenar sus templos a como sea, los que piensan que es mejor sustituir a los teólogos por administradores de iglesias, que ella no sirve para atraer la gente. Se equivocan, la teología sí atrae la gente y sobre todo la convierte y hace que perseveren. Lo contrario es engañabobos y traición.

Por supuesto que en evangelismo la teología trabaja lenta como la semilla de mostaza y como crecen los árboles que resisten el viento o “los huesos en el vientre de la mujer en cinta”. Ella trabaja sobre la roca y no sobre la arena; brotan sudores y sangres de sus sienes pero edifica jardines y paraísos, y casas que duran siglos. Un ministerio sin teología edifica para Jesucristo, Elías y Moisés “enramadas” temporales que no aguantarían siglos y los cambios y convulsiones sociales. Y Jesús no las quiere. La casa de Dios, según el apóstol Pedro, es espiritual y se construye con piedras vivas, sólidas, para que no sea “grande su ruina”. Las enramadas de hoy aunque parezcan apostólicas, el material con que las tejen los tejedores es de heno y hojarasca y el fuego las convertirá en espantosas nadas. Dejarán a los profetas y al cristianismo a la intemperie. Y no debemos permitir semejante equivocación.

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