Izarán bandera blanca ante Calvino
1 Reyes 13. 2
“Clamó contra el altar por palabra de Jehová”.
¿Por qué el profeta habrá clamado contra el altar y no contra él? ¿No hizo él el altar? ¿No adoraba en él? Porque no se trataba de castigarlo precisamente a él sino de romper la institución impía que había creado. No es la persona del fundador de una religión la que hay que combatir sino su religión, sus ideas. Si bien es importante comprobar si las alucinaciones proféticas de la señora Helen White se debieron en parte a un golpe en la cabeza, lo más importante contra su adventismo es oponerse al contenido de sus visiones hechas doctrinas y a la categoría que sus prosélitos le conceden a sus libros. Discernir entre las sutiles afirmaciones literarias de que somos salvos sólo por gracia y la práctica que le dan a la ley, al séptimo día y a las dietas levíticas. Si se da con amor la medicina bíblica contra su enfermedad de galatanismo es posible que no la escupan.
Tampoco es tan importante descubrir en la biografía del señor José Smith que murió tirando balas contra un grupo que se levantó contra él como decirle a los mormonistas que lo de la aparición del ángel Moroni, el enterramiento de las planchas de oro, su descubrimiento, su traducción del egipcio antiguo y la formación del Libro Mormón, son bobas mentiras. Es mejor rajar en dos el altar que atacar a Jeroboam.
Cuando yo era joven y tenía menos pecados perdonados que ahora, y mi experiencia con la misericordia de Dios era poca, cuando iba aprendiendo la verdad y comparándola con el error, mi púlpito estaba lleno de impaciencia doctrinal, y flamígeros eran mis sermones, y agrupaba jóvenes a mi alrededor como cabrahígos de la Shefela. Un día un viejo profesor me dijo: “Siembra la verdad y el error se marchitará”.
Hay misericordia divina cuando Dios no mata de un golpe a Caín por adorarlo con productos no cruentos o sin fe, y cuando le preserva la vida a Jeroboam. Así le dio una señal para que se arrepintiera y destruyera lo que había edificado. Hubiera sido bueno que el mismo que creó ese sistema idolátrico lo desarmara, que quien hizo pecar a Israel se pusiera en pie y lo llamara a Jehová. ¿No contemplaron sus mismos ojos el altar roto por la palabra de Dios? Y se fue de allí no ofendido en su persona sino desconcertado en su religión.
No tuvo éxito personal el profeta pero su forma de hacer apología fue buena. Así los fundadores de religiones han tenido señal de que sus grupos son falsos, que se han equivocado en sus doctrinas y predicciones, pero las sanan con alguna explicación, la reparan y siguen adorando con una mentira. Le da filo el amor fraternal a la espada del Espíritu y penetra hasta los tuétanos sin que duela. Se puede ser un buen apologista con amorosos argumentos. Las victorias no consisten sólo en defender la verdad del evangelio sino ganar almas para ella; y es difícil completar el triunfo si los acorralados con argumentos se rinden sin postrarse ante Jesucristo aunque icen bandera blanca ante Agustín o Calvino, porque sienten conjuntamente con las verdades que los han abatido, el orgullo de los triunfadores y el menosprecio que les tienen. Somos salvos no sólo por conocer la verdad y defenderla sino por amarla, y nos sacaron del error no dándonos empellones sino a ramalazos de luz. Los enemigos de la verdad del evangelio no deben ser capturados y torturados, sino adoctrinados. Joven profeta, te será siempre más fácil destruir que construir.
Humberto:
ResponderEliminarLos enemigos de la verdad del evangelio no deben ser capturados y torturados, sino adoctrinados. Joven profeta, te será siempre más fácil destruir que construir.
Exacto, esto es precisamente lo que le dije hace poco a un tipo ortodoxo que despotrica contra los Chabad Lubavitch.
Si cuando hundimos argumentos heréticos de alguien, no procuramos por el bien de nuestro interpolado, le dejamos en un estado de ruina y confusión tal, que es fácil que acabe alejándose de Dios.
Toda destrucción debe ir acompañada de edificación.
:]
Renton, vi el video, me ilustraste con ello. Gracias.
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