No te alegres si una iglesia se disminuye
Abdías 1: 10-14
“Por la injuria a
tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y
serás cortado para siempre. El día que
estando tú delante, llevaban extraños
cautivo su ejército, y extraños entraban
por sus puertas, y echaban suertes sobre
Jerusalén, tú también eras como uno de
ellos. Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de
Judá en el día en que se perdieron, ni
debiste haberte jactado en el día de la angustia”.
El pecado crece. La maldad de Edom va creciendo; comienza con injurias
(violencia) (v.10); le sigue estar de
acuerdo con los saqueadores de Israel, o como el texto indica “ponerse a un
lado, en la parte contraria”, es decir, estaban de acuerdo, (v. 11), por eso
dice “tú eras como uno de ellos”, aunque no hubieras metido la mano diste tu
voto (v. 13); luego la morbosa
curiosidad; penetra dentro de las puertas de la ciudad abatida, para
contemplar la ruina, los abusos y la calamidad de Israel; una sonrisa
sale de sus labios, sus ojos se les iluminan, su corazón se llenaría de alegría al contemplar el infortunio de su vecino
escogido. Los extraños fueron los filisteos y árabes, sirios y caldeos, en
diferentes reinos.
Varias veces aparece esta palabra “no debiste”;
podías haberlo hecho, lo hiciste, pero no debiste haberlo hecho, te alegraste
profundamente del mal de tu prójimo; te faltaron simpatías, debías haberlo lamentado, haberlo llorado y orado por
él; pero fuiste inhumano y no tuviste misericordia del caído, del abatido por
la justicia de Dios.
También fuiste oportunista. No te conformaste con eso sino que quisiste aprovechar
su abatimiento, crecer a costa de la derrota de él, sacar beneficio de su caída
(vv. 13, 14). A los que intentaban huir de los caldeos los interceptabas
haciéndolos volver “a los dientes de sus enemigos” (Clarke), o matándolos tú. Ayudaste
a matar al pueblo de Dios, no planeaste su caída, pero te aprovechaste de la
oportunidad.
Si tu hermano peca y es enjuiciado haces mal en
gozarte con lo que le pasa (v. 12), es un pecado. Debes más bien orar por él,
lamentarte, aunque tengas una remota relación con él; y si puedes ayudarlo a
levantarse, mejor; eso agradará a Dios y por ello serás bendecido. Dios se
enoja con los que hacen tierra a los que él echa al suelo. ¿Te has alegrado
cuando un hermano que no amas ha caído en pecado? ¿Cuando una iglesia se disminuye? ¿Cuando se atrasa en la
evangelización? Cuidado no seas tentado, te pase lo mismo y hagas igual (Ga. 6: 1).
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