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jueves, 6 de agosto de 2009

Contra melancolías


Habacuc 3.16-19

Oí, y se conmovieron mis entrañas;

A la voz temblaron mis labios;

Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí;

Si bien estaré quieto en el día de la angustia,

Cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas.

3:17 Aunque la higuera no florezca,

Ni en las vides haya frutos,

Aunque falte el producto del olivo,

Y los labrados

2 no den mantenimiento,

Y las ovejas sean quitadas de la majada,

Y no haya vacas en los corrales;

3:18 Con todo, yo me alegraré en Jehová,

Y me gozaré en el Dios de mi salvación.

3:19 Jehová el Señor es mi fortaleza,

El cual hace mis pies como de ciervas,

Y en mis alturas me hace andar.


Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas.

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Habacuc no es Jeremías; éste lloraba sin parar por la destrucción de su pueblo, pero Habacuc aunque impresionado profundamente por el juicio (v. 16), de antemano resuelve estar quieto, confiado y hasta alegre en medio de las calamidades. El v. 19 dice “y en mis ‘neginot’ me sostendrá”, un instrumento musical, podrá cantar. Nehemías sufría con la ciudad de Jerusalén reducida a escombros, pero Habacuc es mucho más fuerte y para él su salvación es un recurso muy fuerte. En realidad Dios, el Dios de su salvación. Jesús lloró sobre la impenitente Jerusalén y Pablo padecía preocupaciones por todas las iglesias, pero Habacuc pase lo que pase no se dejará abatir y tomará su arpa y cantará aunque el panorama a su alrededor sea de desolación y la ciudad, política y económicamente esté arruinada.

Si no hubiera decidido tomar de antemano las cosas así los sucesos lo hubieran quebrantado, sabía que la depresión y la tristeza lo habrían reducido a nada. Afina su lira, tensa sus cuerdas, la tiene al alcance de la mano, busca sus salmos preferidos y ensaya algunos de ellos para cuando suene la trompeta, comience el asedio y la ciudad se venga abajo, entonces él pueda cantar para sí y para los atribulados incrédulos.

No todos somos iguales, no todos tomamos las cosas del mismo modo. Hay ojos que lloran fácilmente y otros que rara vez se nublan. Parece que no conocen el llanto y les da trabajo exhalar un suspiro. Preparémonos contra las melancolías.

2 comentarios:

  1. Muy cierto, no todos somos iguales. Hermoso post.
    Un fuerte abrazo.

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  2. Isa, qué bueno que te gustó. Bendiciones del cielo para los tuyos.

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