Den estudios bíblicos y recorten los testimonios
Hechos 19:8-10
"Entró Pablo en la sinagoga, y por tres meses
continuó hablando denodadamente, discutiendo y persuadiéndoles acerca del reino
de Dios".
Por un tiempo los recién convertidos discípulos se reunían
juntamente con los no convertidos dentro de la sinagoga formando una sola
asamblea, oyendo, edificándose y apoyando los argumentos y exposiciones de
Pablo. Las cosas marcharon normalmente mientras el clima que perduró fue de
escrutinio e interés por la verdad, pero cuando las cosas cambiaron y se oyeron
las primeras blasfemias de los empedernidos, Pablo decidió que era mejor la
separación de sus hermanos. Primero porque ya no tenía sentido continuar porque lo que antes era un
grupo de estudio perdió su finalidad y los argumentos fueron substituidos por
gritos, improperios, amenazas y blasfemias contra Cristo. Segundo, era mejor
que los recién convertidos estuviesen tranquilos edificándose en otro lugar y
pudieran seguir ayudando a los que estaban buscando la verdad como ellos.
Ese método de hallar un lugar, una escuela, una
casa, donde un grupo interesado se reúna y se invite a otros a estudiar la
Escritura es una forma excelente de confirmar la fe de los que ya la tienen y
originarla en los que solamente investigan con alguna atención. Los salones de
la iglesia, si no hay otro lugar disponible, son sitios buenos para hacer eso
si los concurrentes no ponen más énfasis en ir ellos que en traer a otros a que
participen. Aquellas reuniones organizadas por Pablo eran eminentemente
evangelísticas y no para descargas emocionales y vertedero de traumas y
frustraciones de los asistentes. Me refiero a los testimonios, hoy populares. Cuando
Pablo contó su conversión a Cristo fue su conversión para testimonio de su envío apóstolico, y sin embargo otras muchas celestiales
se las reservaba porque de aquello que se llama culto a la personalidad se
dijo, de eso nada.
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