Unos ganan almas y otros las edifican
Filipenses 2:16
"...sosteniendo firmemente la palabra de vida,
a fin de que yo tenga motivo para gloriarme en el día de Cristo, ya que no
habré corrido en vano ni habré trabajado en vano".
Amado ministro, tú que
gimes por tu ministerio, que no has podido ganar todas aquellas almas que
hubieras querido, que juzgas severamente
tu ministerio y te sientes inútil y poco bendecido; ¿no sabes que hay
recompensa para los que edifican las almas que otros han ganado? Si lees 1
Co 3:8, verás que el apóstol dice: "Y el que planta y el que riega son una
misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor".
Si te fijas en el contexto de las palabras que se escriben a los filipenses
verás que espera no haber trabajado en vano con ellos si siguen fieles
en la vida cristiana, si no descuidan la salvación. La vida cristiana de los
hermanos, quienquiera que haya sido el que los ganó, si tú participas en ella y
continúas la salvación que otro comenzó, recibirás alabanza del Señor. Dios
pone a unos como a Apolos para que sean "de gran provecho a los que por la
gracia habían creído" (Hch.18:27,28) y a otros para que planten, "no
sobre fundamento ajeno" y ganen almas (Ro.15:20). ¿No hizo el mismo Señor
a unos pastores, a otros maestros, a otros evangelistas? Si Dios te ha llamado
para que edifiques muchas vidas, para que continúes el trabajo que su Espíritu
comenzó por medio de otro hermano, no te lamentes ni lo tengas de poca
importancia. Si Dios te llamó para esa clase de servicio y te glorías en el
número de conversiones y no en el trabajo interno del Espíritu, siempre te
sentirás mal. Tanta gratitud debe sentir un alma por el que la ha salvado como
por el que la ha edificado en la salvación y le ha ayudado a tener una vida
cristiana hermosa y fiel. Ante los ojos de Dios no vale más uno que otro, no es
mejor ministro uno que el otro, todos "son una misma cosa", siervos
del Señor Jesucristo.
Oh, mi Dios, perdónanos cuando miramos con envidia los
dones de otros y sentimos celos por aquellos que son más bendecidos que
nosotros en ganar almas, permite Señor que yo no piense que mi trabajo y mi
ministerio sean inferiores al de ellos porque a mí se me ha dado la labor de
perfeccionar a los santos, a los que he ganado con tu palabra y a los que otros
han ganado, cuando trabajo como pastor y cuando hago obra de evangelista. ¿De qué
podrán gloriarse aquellos que han ganado almas muy preciosas si ellas no
continúan en el camino de la fidelidad, o si son poquísimos frutos? ¿De qué
podrán gloriarse si no hubo quien las atendiera para que llegaran al cielo y se
quedaron por el camino y la obra que hicieron se deshizo, si se volvieron al
lugar desde donde fueron sacadas?
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