John Stott se iría de la iglesia, Spurgeon dejó la Unión, y los presbiterianos Princeton
Salmo 11:3
“Si los fundamentos fueren destruidos”.
Si fueren
destruidos los fundamentos de la religión cristiana, que son sus
doctrinas básicas y su ética, ¿qué harán los que han confiado sus vidas a
ellas? ¿Qué harán los simples creyentes cuyas almas son cuidadas por pastores?
¿Qué harán si a los mismos maestros que les oían enseñar las verdades ortodoxas
del N.T. ahora les oyen lo opuesto y les ven destruir lo que edificaron? ¿Qué
podrán hacer los justos si oyen que ya el fundamento de la salvación no es
Cristo sino que lo han quitado y han puesto en su sitio otro nombre y otro
evangelio; y que la salvación no es un don de la gracia solamente que se recibe
por fe sino que el hombre tiene que hacer obras para ponerlas junto ellas? (1
Co. 3:11). ¿Qué harán los justos si se dan cuenta que en la predicación, en el
evangelismo y en la adoración Cristo tampoco en todo tiene la preeminencia
(Col. 1:18), que es vana porque se dice que no resucitó? ¿Huirán los justos al
monte cual ave? ¿O hacer como dijo John Stott en una entrevista cuando le
preguntaron si su iglesia aprobaba el matrimonio entre homosexuales y
lesbianas, afirmó que lucharían quizás por unos años y luego se iría?
Esa actitud defensiva o combativa fue la que usó Pablo contra judaizantes y pro-gnósticos en sus iglesias como los gálatas y los colosenses (Flp. 1:17) ¿Qué haremos si aquellas doctrinas que son el fundamento de la religión cristiana, que hizo del movimiento una secta, como lo llamaron sus contemporáneos, algo distinto al judaísmo, son socavadas? Por ejemplo, la divinidad de Cristo. ¿Qué haremos con la iglesia que rechaza la divinidad de Cristo o con una denominación entera? ¿Le toleraríamos esa deserción teológica para que como Himeneo y Alejandro ande gangrenando todo el cuerpo? ¿O es mejor expulsarla para que haga su mal afuera, entre aquellos a quienes el dios de este siglo cegó el entendimiento para que no les resplandezca la luz del evangelio? ¿Qué harán los justos si oyen a sus profetas y maestros enseñar que la salvación no es por fe sola sino fe con buenas obras, promesas, comidas, etc.? ¿Qué harán los justos (que pueden hallarse en cualquier denominación) si se dan cuenta un día que en su iglesia los fundamentos han sido destruidos hace siglos y se ha estado venerando imágenes como dioses lo cual la Biblia prohíbe? ¿Deben seguir adorando a Dios entre altares y altares, cantando alabanzas evangélicas, usando dones del Espíritu entre figuras de talla y oro que otros hundidos en la ignorancia adoran? ¿Qué harán los justos si empiezan a enseñar en su religión que ya Dios no es más trino sino una sola persona, la del Padre, que el Espíritu Santo no tiene personalidad sino que es una fuerza divina? Si los justos se dan cuenta que eso es lo que se enseña en su denominación, ¿qué harán? ¿Tolerar o dejarla? En tales casos, si no hay fuerzas para combatir y ganar sea mejor y hacer lo que David no quería, huir al monte cual ave, escapar, como dice la tradición que hizo Juan cuando supo que Cerinto el gnóstico estaba bajo el mismo techo que él y temía se desplomase por la ira de Dios. David pregunta qué harán los justos si eso les pasa y da a entender que los justos tienen que hacer algo, la situación es crítica, terrible, dolorosa, pero no pueden quedarse con los brazos cruzados mientras los fundamentos apostólicos son destruidos.
Pero, ¿qué harán los justos si los fundamentos
básicos de la sociedad son destruidos? ¿Si los fundamentos morales
sobre los cuales ha sido edificada nuestra sociedad occidental, que son los
fundamentos cristianos son destruidos? ¿Qué hacer si en las escuelas se
enseña una educación sexual liberal y anticristiana? ¿Sacamos nuestros hijos y
los ponemos en una escuela privada o nos hacemos miembros del PTA (Padres, Maestros, Alumnos), vamos a las
reuniones y protestamos para que los fundamentos no sean destruidos? ¿Se
cruzarán de brazos los justos y no harán nada? Lo que pudiéramos hacer con la
iglesia, dejarla, no lo podemos hacer con la sociedad donde vivimos, por lo
menos en muchos casos; el primer camino a tomar es usar los medios que se
han conservado para evitar que los fundamentos sean destruidos. Si un
presidente aprueba el aborto, la constitución nos garantiza la oportunidad de
votar en su contra y no reelegirlo, si se manifiesta en pro de los matrimonios
de homosexuales, hay que cambiarlo y elegir a otro para quien los mandamientos
de Dios sean más importantes que la interpretación filosófica de la libertad
democrática. ¿Elegiremos un presidente, o lo renovaremos sólo contemplando los
progresos económicos o las promesas financieras que hace sin juzgarlo cristianamente?
¿O no nos importan los fundamentos cristianos de la sociedad y los sacrificamos
por la prosperidad individual y la conveniencia? Si los fundamentos cristianos
que pusieron los peregrinos que se bajaron del barco Flor de Mayo, en el caso
de Estados Unidos, y sobre los cuales se inició, prosperó y sobresalió esta
sociedad son destruidos, y que ahora influye tanto en Hispanoamérica, su
esplendor se marchitará y como el imperio romano, ella también se caerá y
nosotros con nuestros hijos pereceremos en su derrumbe.
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