Esdras y Calvino vivían para la Escritura
Esdras 7:
9, 10
"Esdras
había preparado su corazón para inquirir en la ley de Jehová y para cumplirla,
y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos".
De
Esdras se han dicho cosas hermosas que yo quisiera que se dijeran para todos
los pastores, maestros y evangelistas. (1) Que la buena mano de Dios estaba
sobre él, lo cual significa su designación como escriba y el favor divino en
todo lo que hacía (2) que por años estuvo preparando su corazón con la ley de
Dios (y es más difícil preparar nuestro corazón que el de otros), hasta que
llenaba todo sus espacios con ella. No era un ministro que tocaba la ley de
Dios una o dos veces al día y el otro tiempo lo dedicaba a otras cosas. Casi se
podía decir de Esdras que siempre tenía la Escritura en sus manos y ante sus
ojos, el 90 por ciento o más del tiempo de su vida lo dedicaba a su
investigación, "inquirir" (la palabra tiene muchas definiciones
bonitas: caminar, buscar, preguntar, frecuencia; y todo eso especialmente para
adorar); y de eso dio testimonio Artajerjes cuando dijo que siempre tenía
la ley de Dios en su mano (v.14). Dedicaba mucho tiempo a su estudio, deleite y
adorar a Dios con reverencia sobre ella. De Calvino se ha dicho que vivía para
la Escritura.
Pero
no sólo la estudiaba sino que se complacía en cumplirla porque hubiera
negado con sus hechos lo que aprendía, y de este modo, viviendo conforme a
ella, sacando su prudencia de ella, orientándose por ella, tomando decisiones
sobre la base de sus principios, estudiándose y conociéndose él mismo con la
luz de ella, la practicaba. Así demostraba que era un varón de fe. Fe es
la práctica de la ley de Dios (v.3); tenía un gran deseo, el compartir con su
pueblo las enseñanzas que Dios le daba, lo que aprendía, el fruto de su
meditación, sus descubrimientos, el carácter de Dios, la conveniencia de vivir
conforme a la Escritura, la esperanza que ella daba, sus promesas, sus
oportunidades. Sentía que lo que iba aprendiendo era "palabra fiel y digna
de ser recibida por todos" (1 Ti. 1:15; 4: 9). Y eso hizo, enseñando cosas
frescas, recién aprendidas en la escuela de Dios, recién llegadas del cielo y
otras más añejas, experimentadas y probadas por la gravedad y consistencia de
los años (Mt. 12:35). (4) el altísimo testimonio que el rey da de él: Que era
un erudito (v.12, la palabra significa perfecto), un hombre sabio. No
tenía reputación de ser santo, bueno e ignorante sino santo, bueno y culto, un
erudito, un hombre muy preparado (v. 25). Y nosotros también podemos, como
Artajerjes, dar nuestra opinión sobre él (5) era un hombre inmune a las
alabanzas, lisonjas, reconocimientos y aplausos de los hombres (vv. 27,28).
Nota que habla como si no hubiera leído ni oído el gran testimonio que el rey
había dado de él, lo que hace es bendecir en sus labios la misericordia de Dios
y su mano sobre él. Oh Dios dame de ese espíritu. Amén.
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