Job llegó a reírse no con chistes sino con bendiciones
Job 8:11-22
“Tales son los caminos de todos los que olvidan a
Dios; y la esperanza del impío perecerá”.
No está del todo mal, hay un poco de
insulto y de equivocación en lo que dice “¿Crece el junco sin lodo? ¿Crece el
prado sin agua? Aun en su verdor, y sin haber sido cortado, con todo, se seca
primero que toda hierba. Tales son los caminos de todos los que olvidan a Dios;
y la esperanza del impío perecerá” (vv.11-13); que él se ha olvidado de Dios
pero también le promete que le pasarán cosas bonitas, “he aquí, Dios no
aborrece al perfecto, ni apoya la mano de los malignos. Aún llenará tu boca de
risa, y tus labios de júbilo. Los que te aborrecen serán vestidos de confusión;
y la habitación de los impíos perecerá” (vv.20-22).
Job en vez de haber
defendido tanto su justicia y la integridad de su vida, debió haber aceptado
aquellos juicios y llevarlos en oración por si las constantes críticas que les
hacían tenían alguna verdad sobre su persona, que a él le costaba trabajo
admitir. Tal vez fueron mal dichas en un tono impetuoso e irresponsable; y a
uno aunque le digan la verdad prefiere se la muestren con palabras comprensivas
y con misericordias. En muchas partes lo que ellos dicen es cierto, y realmente
son palabras bonitas, pero discursean sobre Job juicios que no se les aplican
sino a otras personas. Quieren hacer literatura y poesías inventando
transgresiones. Estas palabras “aún llenará tu boca de risa, y tus labios de
júbilo” (v.21), son muy bonitas y son ciertas, como dijo Sara, que Dios llena
la boca de risa y la lengua de alabanza, y cualquiera que lo oyere se reirá
también. Dios nos hace reír, y más tarde que temprano también a Job lo hizo
reír, no con chistes sino con muchas bendiciones.
Un chiste puede hacernos reír
si no es grosero, y la sonrisa refresca, pero al repetirse pierde el humor, en
cambio la bendición perdura. Hace sonreír por mucho tiempo, y con
agradecimiento, como Sara, por lo oportuna y sabia que es su inteligente providencia.
Dios nos da las cosas cuando más gloria para a él han de mostrar, no poca, “y
era Abraham de cien años cuando nació Isaac su hijo. Entonces dijo Sara: Dios
me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo. Y añadió:¿Quién
dijera a Abraham que Sara habría de dar de mamar a hijos? Pues le he dado un
hijo en su vejez (Ge.21:5-7).
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