Somos un incienso aromático a Dios
2Corintios 2:12-17
“Para unos, olor de muerte para muerte, y para
otros, olor de vida para vida. Y para estas cosas ¿quién está capacitado”.
No Señor, no hay nadie que por sí mismo sea
competente para tener un ministerio de éxito. ¿Quién puede triunfar sin tu
preciosa ayuda? Son muchos los desalientos, grande la oposición, espantosos los
peligros, negras las desilusiones, tristes las privaciones, muchas las
incomprensiones, abundantes los herejes, numerosos los falsos hermanos y falsos
profetas, terrible la dureza del corazón, grande la incredulidad, abundante el
materialismo, constante la oposición de Satanás, fieras las luchas contra la
carne, constantes los ofrecimientos pecaminosos del mundo y los dardos de fuego
del maligno. Y para triunfar sobre todo eso, ¿quién puede?
Nosotros no imponemos el cristianismo con la espada
y por la fuerza como los mahometanos a Mahoma; nuestra espada es la del
Espíritu, la palabra de Dios, nuestra divisa es el amor y el perdón y el tema
de nuestra predicación Cristo crucificado.
Nota que el ministerio de salvar almas es
agradable al Señor. Que el conocimiento de Cristo es un olor suave, como
perfume para Dios, y los hombres, oh Señor, queremos ser más olor de vida para
vida que olor de muerte para muerte; pero, oh amado, siempre somos grato olor a
Dios. Nuestros trabajos le agradan, nuestros esfuerzos suben a él como un
perfume delicioso, ya sea que nuestro mensaje sea creído, ignorado o rechazado.
Pablo habla de que va constantemente en
triunfo y sin embargo dice que su mensaje para unos es de muerte, no los salva.
No habla de fracaso espiritual porque no crean su profético anuncio. ¿Fracaso?
Ese término se sitúa en otro lado. Fracaso no es cuando un ministro es
rechazado, no, fracaso es cuando ha pecado, cuando no es fiel, cuando se
contamina con mujeres o con dinero, cuando anda con mentiras. Para Dios valemos
tanto cuando recogemos almas como cuando las perdemos, cuando atamos y cuando
desatamos, cuando abren sus corazones al mensaje y cuando los endurecen. ¿Por
qué miras tal sermón como un fracaso? El ministro se entristece porque las
almas no se salvan pero no mira el rechazo de ellas como un asunto de triunfo o
derrota, siempre es triunfo. Un ministerio de fidelidad a la palabra de Dios no
es un ministerio fracasado. Olor desagradable al Señor es el tráfico comercial
con el evangelio de Cristo (v.17), cuando se planta un negocio alrededor del
Señor y se vende a las almas aquello que se ha recibido por gracia; entonces se
convierte su casa en un mercado. Somos en vida y ministerio un incienso
aromático a Dios, independiente del resultado de nuestra labor.
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