Ofrenda encendida
“Y la henderá por sus alas, pero no la dividirá en dos; y el sacerdote la hará arder sobre el altar, sobre la leña que estará en el fuego; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato a Jehová” (Lev.1:17).
¿Has leído el texto adorador de Dios? ¿Te has fijado en las palabras ofrenda encendida? En esta mañana las leo y pienso en nuestra adoración al Señor, cuando como pueblo suyo nos reunimos en su día. Hallo que se pide que mi predicación sea una “ofrenda encendida”; tengo que ejercitarme para la piedad para que al transmitir la palabra de Dios esté encendido y todo lo que diga, cada palabra que me sea dada al abrir mi boca, salga bautizada en Espíritu Santo y fuego. ¡Oh hermano, ora por los ministros para que seamos antorchas de Dios! No quiero que este domingo el altar de Jehová esté apagado y que mi sermón a Cornelio y su familia no sea interrumpido por el fuego del cielo. ¡Oh quiero volver a casa alabando a Dios por haber consumido con fuego mi ofrenda!
¿Y tú amado? Ven a la casa del Señor y pide en oración a Aquel Sumo sacerdote según el orden de Melquisedec, a Jesús, el Mediador del Nuevo Testamento, que tome tu ofrenda y la haga arder. Que todo lo que traigas, cánticos, oraciones, meditaciones, sea salado con fuego y sirvas al Señor ferviente en espíritu (Ro. 12:11). ¿Por qué adorarás fríamente y apagado? ¿Por qué cantarás sin deseos, olvidado del sitio donde te hallas? Ruega que cada estrofa de tu salmo, de tu himno, sea una “ofrenda encendida” a Dios; pon el incienso de la oración en ella (2:2), ruega sobre cada palabra y suplícale al Señor que te permita sentir que estás adorando porque de otro modo no saldrás edificado y como Caín, habrá decaído tu semblante.
Échale flor de harina a tu sacrificio, mézclalo con alguna porción de la Escritura, quizás te acuerdes de algún pasaje que has leído recientemente, únelo a tu adoración. Los textos de la Escritura arden maravillosamente en el sacrificio de la adoración, son como la leña que enciende enseguida que el fuego del Espíritu la toca. Tú mismo seas esa pequeña ave, una ofrenda de fuego para Jehová.
Humberto:
ResponderEliminar¡Oh hermano, ora por los ministros para que seamos antorchas de Dios!
Muchas veces cuando protestamos porque tal o tal otro hermano, ofrece predicaciones lácteas en vez de sólidas, olvidamos nuestra responsabilidad en ello.
El predicador, pastor o los presbíteros no están para servirnos cual lacayos, sino que son la parte visible de un cuerpo en las que sus partes se sostienen mútuamente.
Yo necesito sus prédicas tanto como ellos mi oración.
Y amén!
:\
Bueno, Renton, a mí me gusta la leche y el queso, pero no en los sermones, "cuando era niño, hablaba como un niño, pensaba como niño" saboreaba esos productos lácteos; ahora les echo un vistazo a los que me envían, tanto en inglés como en español, incluyendo los que contienen aceite ricino de psicología, y paso de largo; les concedo de mi precioso tiempo algo así como medio minuto. Y es cierto que sin la ayuda de la oración de los hermanos no predicaríamos bien, ni tampoco la vida cristiana la viviríamos bien; nuestro éxito, si así pudiera llamársele a las bendiciones de la gracia, 99. 99% y un poco más, las recibimos por intersecciones ajenas, y después somos tan petulantes que nos creemos buenos predicadores. Ora por mí, chiquillo
ResponderEliminarSoy Isa la que escribe.
ResponderEliminar¿Se puede decir: predicaciones "light"?
Bendiciones para ambos.
Isa, sí; Spurgeon dijo que rara vez que oía a otro y quedaba complacido. Pensaba que estaba mal espiritualmente. Cuando escuchó un buen sermón resultó ser uno de los suyos. Si los predicadores expusieran la Escritura nunca serian “light”; el problema está en que predican generalmente sobre temas y eso los hace repetitivos y los limita en el contenido. Hay predicadores reformados que sucumben a la tentación de querer hacerse famosos y abandonan la predicación expositiva y hasta la textual. El pragmatismo y la sicología han contribuido mucho a licuar el púlpito. Es difícil encontrar una iglesia donde el púlpito esté bien surtido porque también es difícil hallar una que ame la predicación bíblica; excúsame la generalización.
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