Cuidado con la exégesis bíblica
2 Pe. 3:15-18
“15 Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, 16 casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. 17 Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza.18 Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén”.
Hay doctrinas de Pablo que son difíciles de entender (v. 15). Con eso el apóstol Pedro quiere decirnos que no todas las doctrinas de la Biblia, en especial aquellas que tratan sobre “las cosas futuras” (escatología), las de la salvación (soteriología), son fáciles, y por eso afirma no que toda la literatura paulina sea complicada entender sino que entre todas “hay algunas difíciles de entender” (v.16). Hay algunas que son profundas y no se podrán comprender en un minuto, leyéndolas por un momento o escuchándolas unas cuantas veces.
Habiendo tanta bendición en la literatura paulina, tantas cosas que elevan el alma hasta el tercer cielo, que hacen sabio al sencillo; él tiene que afirmar que hay algunas que no se entienden fácilmente. No es que sea negativo ni sus palabras asomen alguna crítica a su compañero; sino para dar una explicación de por qué hay tantos errores doctrinales, “las cuales los indoctos tuercen…”
La gente se pregunta por qué hay tantas sectas cristianas. Los cristianos llamados “ortodoxos” o “conservadores” también se hacen la misma pregunta; los maestros bíblicos se asombran que hayan tantas teologías diferentes y aun herejías. ¿Dónde radica el problema si todos tienen el mismo Antiguo y Nuevo Testamento y las mismas epístolas paulinas? El origen de ese mal no se halla en la homilética de sermones, ni en la historia bíblica sino en la exégesis o reglas de interpretación del texto sagrado, que tiene que garantizar que se extraiga el verdadero significado de las palabras y la intención del autor.
El apóstol afirma que conoce algunos (nosotros demasiados) que “tuercen” la Escritura. No el pergamino, no el papiro. El significado de lo que ahí está escrito. La interpretan mal, dicen lo que Pablo no dijo ni lo que quiso decir sino lo que ellos quieren que él hubiera dicho. Nota que no renuncian a lo que Pablo dijo, dicen entender sus palabras, (la forma de la verdad) pero no las aceptan con el propósito ni el significado que él les dio. No llegan a su fondo.
Sobre esto se añade la incapacidad de ellos para adquirir el significado propio que el autor bíblico le dio a sus palabras. Pienso, tienen que tratar textos que no son “leche” sino “vianda” y en vez de permitir que otros más capacitados para entender “la mente de Cristo” (los que el Espíritu constituyó como “maestros”), se lanzan ellos mismos a la loca carrera de hacer sus propios análisis y llegan a sus individuales conclusiones. Eso no quiere decir que todas las cosas de Pablo sean difíciles, hay muchas, la mayoría están escritas para los pobres y los esclavos. Todos los cristianos deben leer por sí mismo los escritos de Pablo porque todos tienen la unción del Santo y ella enseña todas las cosas; pero además pedir ayuda a los maestros y pastores sobre aquellos aspectos más difíciles de entender. Observa que comoquiera que se diga, la iglesia apostólica se aplicaba al estudio de documentos escritos. Nacían herejías, pero partiendo de estudios y reflexiones, no de visiones o sueños.
Pedro no dice que el problema de ellos para hallar el correcto significado del texto se encuentre nada más que en la profundidad de pensamiento del apóstol amigo, sino en que los que derivan errores de aquellas verdades, aunque ninguna mentira procede de la verdad, 1Jn.2:21 no están mental y espiritualmente) capacitados para hacer exégesis bíblica y con ella enseñar a los demás. Dice que son “indoctos, inconstantes” (v.16). Si son “indoctos” es que aun no han estudiado suficiente como para estar capacitados. Debieran tomarse un poco más de tiempo antes de autonombrarse maestros (Sgo. 3:1), teniendo mayor condenación, porque son responsables de haber descarriado a otros.
Por otra parte son “inconstantes”, supongo que se refiera a que andan saltando de una doctrina para otra (“similares a aquellos niños fluctuantes, de los cuales Pablo toma nota en Efe.4:14 que son llevados por todo viento de doctrina). Forman una doctrina hoy y la deforman mañana, ajustan y desajustan a capricho su pensamiento teológico. Según ellos siempre están aprendiendo pero nunca llegan al conocimiento de la verdad. Hay que cuidarse de esos “maestros” que dan charlas, piden ayuda para ir dándolas; pero tienen un par de alas en sus credos y hoy se posan sobre una interpretación y mañana sobre otra convirtiéndose en la sensación del momento. Están acá y mañana alzan el vuelo para otra interpretación y es difícil seguirlos en sus vuelos; y mejor es no hacerlo. Siempre es bueno transitar por las sendas antiguas, la de Agustín, los reformadores y puritanos ingleses. Conseguir libros y oír predicadores que sean sus legítimos sucesores. Para nosotros es una delicia escribir y predicar esas cosas que a quien único molestan es a Satanás y para vosotros es seguro (Fil.3:1).
Pedro también revela la esencia misma del por qué no llegan jamás al significado del texto y la doctrina, son hijos de perdición, “para su propia perdición” (v.16). ¿No somos testigos de cuántos maestros, predicadores y “teólogos” inconversos han escrito y dictado conferencias? ¿No son llamados doctores de la ley sin saber lo que hablan ni lo que afirman? (ni creen, añado. La “inconstancia” doctrinal, las novedades, que continuamente sacan a la luz no es más que una expresión de incredulidad). Los cristianos normalmente, aun aquellos que necesitan mucha ayuda para entender porciones de la Escritura, no tardan en acomodar lo espiritual a lo espiritual, pero estos maestros aunque se acerquen a la luz esplendente del texto, cuando lo tienen cerca y ya ella les brilla “tuercen” en una dirección o en otra y se alejan definitivamente. En eso consiste la poca diferencia que algunas veces existe entre una verdad y un error. ¿No recuerdas que aquel Concilio cuando se discutió la divinidad de Cristo que una letra nada más marcó la ortodoxia y la herejía: “De la misma substancia” y “semejante”?
Entiende que la interpretación correcta de los textos para la salvación es básica para ser salvos. Pedro afirma que tras torcerla se pierden. Algunos piensan que no importa la doctrina. Sí importa. Esos afirman que todas las denominaciones evangélicas son buenas, que uno si está buscando a Dios, lo mismo da ir aquí que allá. Afirman que lo importante es “adorar” y no importa el lugar ni la doctrina. Esa forma amplia y condescendiente de pensar no es apostólica. Los antiguos no pensaban que uno puede adorar a Dios dondequiera que se nombre a Cristo (¿cuál?). Para Pedro, lo mismo que para Pablo (que ya hemos visto que se discutían muchas cosas de sus escritos a partir de los cuales habían nacido herejías), la enseñanza era algo serio que se relaciona con la salvación.
Los vv.17-18 contienen dos exhortaciones finales, a tener cuidado con esos exégetas de la Escritura, que llegan fácilmente a conclusiones equivocadas sobre ella. Jesús dijo, mirad lo que oís; lo que quiere decir que hay que ser vigilante en lo que uno aplica el oído o le llega sin permiso, porque en esta época es imposible taparse las orejas. Tú oirás por todos lados mentiras hábilmente tejidas por Satanás para la perdición de tu alma; y para que eso no pase, el mejor remedio es “crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. Aumentar en ambas cosas de modo que a cada equivocación que escuches puedas oponer firmemente una potente verdad, tal que a Aquél que te salvó “sea la gloria” y la honra, y tengas “abundante entrada” por las puertas de “la eternidad” (v.18). Amén.
Humberto:
ResponderEliminaroirás por todos lados mentiras hábilmente tejidas por Satanás para la perdición de tu alma; y para que eso no pase, el mejor remedio es “crecer en la Gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”
Dice Zac Poonen, cómo podemos reconocer la Voz de Dios de otras voces?
Mediante Su Palabra, familiarízate con la forma de hablar y pensar de Dios, y no tendrás problema alguno en reconocer voces extrañas.
No me gusta mucho esto que dice pues hace del discernimiento una facultad intelectual, pero acierta en el hecho de que la mayoría de las herejías derivan de la falta de conocimiento...
Bíblico.
Blessings!
:]
Renton, es cierto la mayoría de las herejías provienen de la corrupción del conocimiento; o exactamente de la corrupción de las doctrinas; y si no totalmente en parte no son alumbrados por el Espíritu Santo, y en esa oscuridad a tientas, hablan equivocaciones, y las defienden con ardor y excesivas calorías por causa del mucho "peso del pecado que los asedia".
ResponderEliminarTienes que ver la verdad a la luz de Dios, o te equivocas. Tal vez algunas de las raíces del hereje se hallen más que en el conocimiento en su carácter, y tengan que ver más con su vida que con sus escritos y parloteos (3 Jn. 1:10). Cuesta mucho trabajo decir siempre más de lo que se es.
Renton dice:
ResponderEliminar"No me gusta mucho esto que dice pues hace del discernimiento una facultad intelectual"
Con el paso deel tiempo me he convencido que la acción del Espíritu Santo en nuestra mente nos mejora nuestra capacidad intelectual, y uno de verdad se vuelve mas inteligente al conocer al Verdadero. Mi punto es que la capacidad intelectual no tendría por qué ir en contra del ejercicio del discernimiento espiritual.
Pastor, ud dice:
Esos afirman que todas las denominaciones evangélicas son buenas, que uno si está buscando a Dios, lo mismo da ir aquí que allá. Afirman que lo importante es “adorar” y no importa el lugar ni la doctrina.
Claro, como bien explicaba ud, no da lo mismo cualquier denominación, ni cualuier doctrina, porque uno puede incluso tener un falso Dios, ser un idólatra, y estar ofreciendo "un fuego extraño", o una adoración que no es apropiada. Tal fue el tipo de adoración de Nadab y Abiú, y ya sabemos que a Dios no le agradó.
Viviana, quizás si Renton lee estos comentarios podría explicar la diferencia entre lo que para él es discernir y lo que es puramente intelectual. Renton es un curioso investigador que lee no sólo en español sino también en inglés, lo cual significa que está bien informado. Una distinción podría ser que la palabra discernir que se usa en el Nuevo Testamento, significa investigar, interrogar, examinar, juzgar; así que es algo que pertenece al ejercicio intelectual.
ResponderEliminarCuando el apóstol Pablo habla del hombre "natural" la palabra que usa es "psíquico" y se está refiriendo al hombre que no tiene el Espíritu Santo, así pues el hombre "espiritual" es el hombre que tiene "la mente de Cristo", porque su intelecto funciona movido por el Viento del Espíritu. El discernimiento espiritual es el que "acomoda lo espiritual a lo espiritual" (1 Co. 2:13); y hablando sobre la resurrección pudiera esa palabra también aplicarse a la reflexión "y lo espiritual no es lo primero sino lo carnal" (1 Co. 15:46). El hombre se vuelve espiritual cuando su mente carnal es transformadada en una mente espiritual, entonces reflexiona y discierne espiritualmente.
Lo que dijiste sobre Nadab y Abiú está correcto, me identifico con esa explicación.
entendido!
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