Dime quién soy y cómo me ves

Lucas 22:21-30
21 Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa. 22 A la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado! 23 Entonces ellos comenzaron a discutir entre sí, quién de ellos sería el que había de hacer esto.


Aquella noche, si se conocían las sombras, daba susto; el ambiente estaba enrarecido y todos habrían de sentirse incómodos, y Jesús triste, empujado por su destino y amor hacia la cruz, por las manos de un traidor y de más de una docena de enemigos religiosos, algunos importantísimos con indebidas fama de piadosos, ganada.

La mano de Judas se hallaba metida en todo eso revolviendo la situación a favor de Satanás y de los deseos malsanos de los escribas y fariseos, aunque cumpliendo punto por punto la Escritura. Pedro, si hubiera estado seguro de quién era el delator le habría sacado las manos del plato y expulsado de la compañía, pero nadie excepto el Señor entendía bien lo que estaba pasando y quienes estaban tejiendo toda aquella trama para atraparlo, y cumplir en él lo que se les antojaba.

Jesús nunca creyó en la buena o mala suerte sino que en sí mismo y a los suyos enseñó el propósito y plan de Dios que determinaba los acontecimientos de cada cual con anterioridad, y es por eso que para que ellos no se sientan azorados y como si una imprevista desgracia les habría de ocurrir les advierte que la historia suya está hecha y escrita por la mano divina, y no sin un propósito determinado escondido entre las maniobras del ambicioso traidor y el tejemaneje de envidiosos adversarios. 

En sí mismo les está enseñando que miren sus caminos como trazados por Dios y no vivan inconformes con los sucesos que les acontezcan, amargos o dulces, acertados o desafortunados, con aciertos y equivocaciones, en fin que acomoden sus ánimos y vivan a plenitud y sin vacilación la doctrina de la predestinación, que Dios lo arregla todo, aun lo que se ha desarreglado, que confíen en su infinita sabiduría para componer o descomponer, y que la vida de cada uno de ellos no se detiene sino que progresa y aunque esté llena de cambios, esas curvas y peligrosos desfiladeros son abiertos por él y no dejará nunca que se sufra un trauma irreparable.

En adelante todos cuando estén de pie para cantar o sentados para estudiar su palabra deberán pensar en lo importante que es su historia y que la cruz donde habría de morir no tendrían que mirarla como un triste error del gobierno y una injusticia judía sino como un acontecimiento redentor de beneficio para el mundo, y sí como el esfuerzo divino para recuperar al hombre y a la naturaleza de sus desatinos y desórdenes. Y he dicho que el aire que soplaba sobre la habitación de la Santa Cena estaba enrarecido, aunque después de todo Jesús no se lamenta por sí mismo ni por once de ellos sino por uno, Judas, que mejor no hubiera nacido ni pasado por su grupo, ni haber tenido el destino, el tristemente célebre destino que siendo uno de los doce haya dejado su cátedra.

El corazón de los discípulos era más noble de lo que uno podría pensar, y de tan ingenuos, oyendo que alguien de ellos en pocas horas consumaría una tradición, se asustaron cada cual por sí mismo y mirando sus flancos débiles se imaginaba que podría ser el anunciado desdichado, y le preguntó al Maestro si estaba hablando de él, y a los demás que fueran honestos y les dijeran, quién soy y cómo me ves para corregir, si ves cierta forma de ser que se pudiera constituir en germen de una apostasía. Es bueno conocer las opiniones justas que otros tienen de nosotros.

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