Una defensa para los canosos
Proverbios 16:31; Levítico 19: 32
“Corona de honra es la vejez" “Delante de las canas te pondrás en pie; honrarás al anciano, y a tu Dios temerás; yo soy el Señor”.
“Cabellos grises, guedejas blancas debido a la edad son ornamentos; además de ser bellas, hablan de seriedad y sabiduría, prudencia, que piden reverencia y respeto. Los antiguos romanos honraban grandemente a la persona de edad, mucho más que a la familia o a la riqueza. El anciano era tenido por los jóvenes como alguien que está muy cerca de Dios y en el lugar de los padres (Lev. 19:32)" (John Gill).
“Fagio relata que según la tradición de los hebreos un hombre joven estaba obligado a ponerse de pie cuando se encontraba cierta distancia de él, para volver a sentarse una vez que hubiera pasado, y esto se hacía para demostrarle honor. Y era costumbre no solamente entre los judíos sino también entre los paganos que consideraban una abominable maldad y un crimen capital si un hombre no se ponía de pie ante una persona mayor, o un joven ante aquel que ya tiene barba.
"Herodoto reporta lo mismo entre el pueblo egipcio y los de otros lugares juntamente con los griegos, que cuando un joven se cruzaba en el camino como un anciano debía cederle el paso y cuando se acercaba a él ponerse de pie, y todos los escritos antiguos concordaban que era un gesto muy humano. Y esto se hace precisamente porque los ancianos habían estado en el mundo primero que ellos y revelaban la bondad de Dios y el honor que le daba al haberle concedido tantos años, y además indicaba la experiencia, el conocimiento y la sabiduría que habían adquirido" (John Gill).
No imagines que porque te envejeces te devalúas. ¿Por qué has de disimular las señales de tu vejez? ¿No es ridículo y afeminado que un hombre se tiña las canas de su cabello, sus bigotes y su barba? Dejad la pintura del cabello, el arreglo de las uñas y las cejas para las damas.
¿No son tus arrugas los surcos que han dejado el arado de los años y donde Dios ha plantado las semillas de preciosas experiencias? Lleva con orgullo tu edad, tu título de abuelo, tu andar lento y tus enfermedades. ¡Oh, la gracia que madura los frutos dulces de la senectud!
Para la sociedad hoy un anciano es alguien acabado, sin futuro, obsoleto y a veces un estorbo. Para ser moderno hay que ser de ideas jóvenes. Se le mira con envidia a la juventud. Sin embargo entre el pueblo de Dios los ancianos eran los pastores y los mejores directores de la iglesia apostólica, y ancianos fueron los que en la antigüedad juzgaron, aconsejaron y llevaron por buen camino al Israel de Dios. ¡Oh ancianos menospreciados, sois de Dios un tesoro, un envidiable tesoro! (Pro. 16:31). ¿Qué es eso de teñirse lo que Dios nos ha dado para honra, los cabellos plateados por los años? Es una cobarde payasada (discúlpeme por esta vez si soy ofensivo) que indica la debilidad en una parte del carácter que ha claudicado ante la opinión social.
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