Ni una palabra ni una sonrisa valían un céntimo
Lucas 12:1-3
1 En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. 2 Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse.3 Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas.
Quizás pienses que no es ético criticar el carácter a otros líderes religiosos, como Jesús lo hacía; en esta ocasión dijo que eran hipócritas y en otra dijo de ellos que eran devoradores de la herencia de las viudas pudientes (20:47). Uno no podría decir eso a menos que haya hechos que lo demuestren, y que el público esté informado de ello y asienta que lo que oye es verdad. La gente sabía que los escribas y fariseos practicaban la hipocresía, y se acostumbraban tanto a verla que les parecería que era normal y explicable dado que en cada ocasión debía decirse y hacerse lo que fuera conveniente, lo cual era política y religiosamente más útil que decir la verdad y ser sinceros.
Si un sacerdote era un pillo y un aprovechado, la gente chisteaba sobre eso pero no renunciaba a servirse de su oficio, y hasta con admiración pensaba que eran gente de mundo y de actualidad, igual que ellos. No había cosa que les guastara más que conocer que su líder religioso era como ellos, no más santo, comprensivo con las faltas y pecados entre las cuales se movían. Entonces vino Jesús y les dijo que aquello no era correcto y trazó una línea divisoria entre lo santo y lo profano y entre lo inicuo y lo piadoso, y dijo que ellos esto último no lo eran. Les hizo pensar que podría haber otra clase de pastores mejor que ellos, y que no todo el que tenía una Biblia en la mano, la leía y la enseñaba, lo hacía con duplicidad.
Y cuando les abrió los ojos les dijo “tengan cuidado con copiarlos porque empiezan imitándolos un poco y terminan siendo como ellos”; y para que no olvidaran lo que les enseñaba dijo que como la levadura leuda toda la masa del pan, Dios en todo lo santo la prohibió para que aprendieran que la hipocresía religiosa o fraternal, no era en su presencia aceptable (Ex. 12:15; Luc. 22:1), y que la gente que dice una cosa por otra más tarde o temprano será descubierta y todos se darán cuenta del engaño (vv.2,3), porque la verdad misma siempre sale a la luz y si no por sí misma, Dios la saca (Ecl. 10:20), y todo el mundo descubre el fingimiento y que lo que parecía real era falsificación.
La intención de Jesús es ponerle en los labios un freno a la murmuración, especialmente a los comentarios que se hacen en la familia, a la mesa y en las habitaciones. Así, un inesperado día, los vecinos, la sinagoga o la iglesia y lejanos amigos, se enterarán de lo que ellos dijeron y que ni una sola palabra y sonrisa que les dieron valían un céntimo porque no salían del corazón.
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