EXITO, AMOR, FELICIDAD (PRIMERA PARTE)
RUTH 2:
1-16
“Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz. Y Rut la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Ve, hija mía. Fue, pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el cual era de la familia de Elimelec. Y he aquí que Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos respondieron: Jehová te bendiga. Y Booz dijo a su criado el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven? Y el criado, mayordomo de los segadores, respondió y dijo: Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab; y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento. Entonces Booz dijo a Rut: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí estarás junto a mis criadas. Mira bien el campo que sieguen, y síguelas; porque yo he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados. Ella entonces bajando su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera? Y respondiendo Booz, le dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes. Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte. Y ella dijo: Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has consolado, y porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus criadas.
Y Booz le dijo a la hora de comer: Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y ella se sentó junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió hasta que se sació, y le sobró. Luego se levantó para espigar. Y Booz mandó a sus criados, diciendo: Que recoja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis; y dejaréis también caer para ella algo de los manojos, y lo dejaréis para que lo recoja, y no la reprendáis”.
Y Booz le dijo a la hora de comer: Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y ella se sentó junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió hasta que se sació, y le sobró. Luego se levantó para espigar. Y Booz mandó a sus criados, diciendo: Que recoja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis; y dejaréis también caer para ella algo de los manojos, y lo dejaréis para que lo recoja, y no la reprendáis”.
Fíjese que la conoció en el trabajo y le
llama “hija mía” a la que será su esposa; aunque es una expresión común (3:1).
La emplea con las criadas y después llegará a ser la señora del dueño del
campo. ¿No ve? Amor y trabajar duro son las
sendas del éxito y la felicidad. Booz hizo una investigación de ella,
posiblemente con Noemí, y le contaron su buen testimonio; y cuando supo sus
virtudes y las empezó a decir comenzó a enamorarse de ella. El hablar bien
engendra el amor.
Fíjese
Booz es un tipo de Nuestro Señor Jesucristo; el Padre, en la historia de la
revelación fue revelando su carácter amable y generoso en muchos personajes del
Antiguo Testamento, como adelantándonos su belleza sublime de modo que fuera “admirado en los que creyeron” (2 Te.
1: 10).
Si presta atención al texto verá que la era de Booz parecía una iglesia
y los obreros se trataban como hermanos. Cuando él llegó a ellos se saludaron
así: “Jehová sea con vosotros y ellos respondieron: Jehová te bendiga” (v. 4) ¿No
es eso bonito, en medio del campo, en el ardor del trabajo que llegue el dueño
y los empleados alcen sus rostros, sonrían y se saluden con las mismas palabras
religiosas? Sí, he dicho “religiosas”. No que detuvieran la espiga para
orar o para celebrar un culto porque habían ido allí a trabajar, pero tampoco
les tomaba tiempo ni había prohibición de usar un lenguaje de creyente en medio
de sus labores. Se saludaron espiritualmente demostrando que existía
entre ellos una estrecha relación con Dios lo cual queda demostrado porque el
dueño de la era tenía un alma creyente y vivía bajo la sombra del Altísimo.
Cuando se dirigió a Rut le dijo: “Jehová recompense tu obra y tu remuneración
sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a
refugiarte” (v. 12).
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