Jesús sabe si leemos o no la Biblia, dónde la leemos y qué estamos pensando
JUAN 1:49-51
“Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el
Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te
dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le
dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y
a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”.
SI LA LEES O NO EL LO SABE |
En este pasaje veremos que Jesús es descubierto como profeta, como Mesías y Rey de Israel, y
como Hijo de Dios. Ese descubrimiento fue hecho por Natanael o según su
patronímico, Bartolomé, cuando el Señor le quitó su prejuicio racial y lo hizo
un hombre nuevo y supo que Jesús ¡de Nazaret!, de allí salía algo bueno, más
bueno que todos los profetas, incluyendo a dos predecesores Jonás y Nahúm.
Es comprobable que Jesús tenía el oficio de profeta al conocer el futuro, el corazón y las
acciones de los hombres (2Re.5:26; 6:12). La mujer de Samaria tuvo esa misma
experiencia (4:19,25,29,41,42); y de este modo todos conocían que era el Mesías
de Israel. Y así hay otros ejemplos que lo muestran como un genuino profeta,
como cuando le descubre a Judas su ir y venir a los fariseos, y cuando miró
hacia el mar y vio un pez con una moneda en el estómago, o cuando dijo a los discípulos
que le prepararan la pascua y a quién iban a encontrar en el camino, y vio sin
estar allí que estaba ya preparado el comedor. Creer que Jesús es un auténtico
profeta de Jehová es importante para creer en su palabra, en sus sermones, en sus diálogos, en sus milagros y en
toda su historia, es decir, en los evangelios; y eso conlleva a la aceptación
de sus interpretaciones de las
Escrituras y lo que ellas decían de él.
Posiblemente el ejercicio espiritual que Natanael estaba
practicando era la lectura y meditación de las Escrituras, y por
supuesto la oración. También es posible que el texto que estuviera leyendo fuera
donde Jacob tiene la visión de una escalera, la cual desde su cabecera se
apoyaba en el cielo y por ella subían y bajaban los ángeles (Ge. 28:12,13).
Cuando Jesús le dice que algún día se dará cuenta que aquella escalera es él
mismo, (suponiendo que el v.51 originalmente no fue dicho al final de la
conversación sino al principio) cuando le dijo que lo había visto debajo de la
higuera…entonces le dio la interpretación y el joven entendió que había visto
el pasaje que estaba leyendo y en el cual meditaba, y eso sólo podría saberlo
el Hijo de Dios y el Rey de Israel o Mesías (v.49).
Jesús no le dice “cosas mayores que estas oirás”, no le dijo “cosas mayores oirás”, sino “verás” haciendo alusión al sueño que vio Jacob y las experiencias
futuras que vería en la compañía del Señor. Jesús sabe si leemos o no la
Biblia, dónde la leemos y qué estamos pensando. Por eso nos ayuda a entenderla de modo que nos arda el corazón.
Los discípulos
nunca tuvieron una repetición de esa visión; ellos ni siquiera vieron los
ángeles sirviéndoles en el desierto, ni aquel otro que en el huerto vino para
fortalecerlo con su compañía, pero conocieron cosas mayores al verlo convertir
el agua en vino, caminar sobre el mar, calmar tempestades, sanar ciegos, cojos,
leprosos y resucitar muertos. Revelaciones no oníricas sino vivas y palpables
(1Jn. 1:1); la revelación de Uno que es “más que el templo”, “más que Jonás” (Efesios
1:2; 1:20; 2:6; 3:10), “más que Salomón”
(Mt.12:6,41,42); y todos ellos vieron ángeles acompañando providencialmente sus
servicios y la puerta del cielo para darles “amplia y generosa entrada” (2Pe.
1:11). Lee entonces la Biblia y pregúntale a Jesús qué quiere decir esto y
aquello.
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