Tomen el evangelio, dinero y un arma
LUCAS 22:35-38
“35Y
a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó
algo? Ellos dijeron: Nada. 36 Y les dijo: Pues ahora, el que tiene
bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y
compre una. 37 Porque os digo que es necesario que se cumpla todavía
en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los inicuos; porque lo que
está escrito de mí, tiene cumplimiento. 38 Entonces ellos dijeron:
Señor, aquí hay dos espadas. Y él les dijo: Basta”.
https://www.youtube.com/watch?v=xFiIDl_mt2c
PELIGROS DE LADRONES (2 CO. 11:23) |
No sé con qué
tono el Señor les hizo la pregunta que si se habían quedado desamparados, y
teniendo que mendigar, cuando los envió a predicar sin llenarles el bolsillo
con dinero; los discípulos contestaron negativamente, que no habían tenido
escasez de nada como si se hubieran ido con el cinto repleto de plata. La
lacónica respuesta de ellos fue "nada"; palabra de inspiración e
incentivo para los que salen a predicar el evangelio sin recibir nada de los
gentiles, confiando a plenitud que la predicación del evangelio produce
corazones agradecidos que sufragan las necesidades de los que lo predican.
La razón por
la que Jesús les hace la pregunta es porque habrá un cambio de circunstancias y
una forma distinta de providencia. En la primera gira les dijo que dependieran
de la hospitalidad de la gente (Mt. 10: 9-10; Mr. 6:8) pero ahora les dijo que
no, que llevaran provisiones porque los tiempos han cambiado y si bien nunca
debieran ser una carga para nadie, la hospitalidad tiene un límite y no se debe
abusar de ella; y además los enemigos de él han ido ganando en hacer impopular sus doctrinas y la gente ha sufrido una
rebaja en la disposición de recibirlos y hasta tienen miedo hacerlo, por lo
tanto, les pide que pongan sus pies en la tierra, o sea que sean fieles y
prudentes (Mt. 24:45) y no toquen ninguna puerta solicitando cama y alimento
diciéndose para ellos mismos “nada nos faltará, la providencia no falla, Dios
siempre ha provisto”.
Eso suena
bonito y con fe; tal vez pensar distinto sea incredulidad; sin embargo la
providencia no puede ser sistematizada y más que obrar por la experiencia con
ella es mejor preguntarle a Dios si hacemos lo mismo o cambiamos, tomando el
ejemplo de David (2 Sa. 5:19-23) y no el de Sansón (Jue. 16:5-21), porque tal
vez las circunstancias no son las mismas, como ocurre en este caso. Jesús les
dijo a cada uno que lleve su alforja con lo que piense ha de necesitar estando
unos días afuera, y dinero para sufragar sus gastos. El Señor no les quitó la
fe en la providencia y en las experiencias pasadas sino que se las reafirmó,
para luego añadirles, “ahora no será así, usen el sostenimiento propio porque
siempre es mejor que solicitar colaboración, que pudiera hacer que la
predicación dependa del gusto de los que cooperan”.
Y para
completar las recomendaciones para el viaje les aconsejó que debido a haberse
multiplicado la maldad y que los caminos en Galilea están llenos de asaltantes,
la oración necesita una espada en la mano
no para agresión sino como defensa, no de Jesús y su reino sino de
sus personas (Mt. 26:51,52); y si alguno no tiene, cómprela que es mejor ir
armado que sin un arma para protección (Mt. 5:40; Luc. 22:38); y no parezca
extraño, porque no está formando un ejército sino diciéndoles que se protejan. Y
cada uno consiguió una espada y si no lo sabía, practicó cómo usarla, dado el
caso que alguna mala persona los sorprendiera para despojarlos. Y después del
ejercicio de autodefensa, podrían arrodillarse con un cuchillo en el cinto, y
orar por la Unción del Espíritu Santo, y así circunstancialmente equipados.
Pablo que
corrió muchos peligros, andaba con un médico, Lucas, no con un arma. Por lo
menos no se da esa información sino que andaba con un capote y una caja con
excelentes libros, publicados libremente por diferentes autores, sin la censura
literaria del César, Ni tampoco que hubiera dictado una ley imperial que se recogieran
todas las espadas habidas y por haber, hasta cada rincón del imperio, dejando
al pueblo completamente desarmado entre tanto que él armaría hasta los dientes a
sus soldados, con la intención de hacer injerencia subversiva en algún país, y
por otra parte ya de inmediato dejaría a sus súbditos totalmente incapacitados
para formar cualquier revuelta contra el totalitarismo de la gobernación. Los
césares concedían a la población el derecho a usar espadas para utilizarlas en
defensa propia. La Segunda Enmienda Constitucional de aquel viejo tirano
concedía a cada ciudadano el derecho de utilizar una espada para auto defensa,
para que se protegieran de los hombres y las bestias. No estoy diciendo que
cada uno se compre un arma para que se defienda, mientras viaja en su auto, o
dentro de su hogar para proteger a su familia y sus pertenencias. Lo que estoy
insinuando es que tiene el derecho divino, la aprobación de Jesucristo si considera
necesario hacerlo. Después de oído esto, como hombres libres, los discípulos echaron
sus dineros en el bolsillo, tomaron los evangelios, y salieron a ver quiénes
querían escucharlos.
Comentarios
Publicar un comentario