Estudiemos a Cristo no por lo que se diga en Betsaida, Yale y Oxford
Juan 1:43-46
“El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló
a Felipe, y le dijo: Sígueme. Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y
Pedro. Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien
escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de
Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo
Felipe: Ven y ve”.
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Esto se pone bonito y es
dibujado muy bien por el apóstol que conoce de primera mano como el grupo de
amigos va rodeando Jesús. Tal vez Felipe conocía a Andrés y Pedro por haber
vivido en la misma ciudad. El Señor con su providencia elige el lugar, barrio, ciudad y país donde
una persona ha de ser convertida a Cristo. Lo mismo ocurre con Lidia la
vendedora de púrpura que es de Tiatira, Asia, y conoce a Cristo junto a un río en Filipos, Europa. El
carcelero es salvo en la cárcel y el etíope en un camino que va de Jerusalén a
Gaza. Sin la ayuda de la providencia no
podemos encontrar a los elegidos de Dios. Cada uno es convertido
exactamente en el sitio que Dios quiere. Y esto hace muy agradable la lectura
de biografías o de testimonios que se den sin ediciones añadidas. No se sabe
por qué pero tal vez Pedro y Andrés, quizás por cuestiones de trabajo, Dios los
movió desde Betsaida a Capernaúm. Lo mismo que pasa con los que huyen por
persecuciones como suspirando por el clima social de libertad de un país libre.
Cuando Jesús los halla están pescando en el lago de Genesaret o Galilea, muy
cerca de Capernaúm, la ciudad donde Jesús estableció su ministerio (Mt 4:13) y
donde ellos también se habían trasladado (Mr. 1:21,29). Aquella mudada fue
dirigida por Dios. Dios es quien dirige nuestras mudanzas y no debe pesarnos
dónde nos lleva si en ese lugar en vez de alejarnos de él nos acercamos más a
su voluntad.
En cuanto a Felipe, se
convierte en un evangelista cristocéntrico, aunque tendría que hacer algunas
pequeñas correcciones por respeto al Jesús histórico, que si bien es llamado de
Nazaret su lugar de nacimiento más acorde con la Escritura es Belén (Luc.3:23).
Por otra parte también Felipe debe aprender que aunque José es el padre putativo
de Jesús, su verdadero padre es Dios (v.45). Con el tiempo y rápido corrigió
esos errores. Y de Nazaret sí había salido algo bueno como Jonás y Nahúm
(7:51,52). Al terminar los tres años de estudios ya su cristología estaba
limpia como un cristal de prejuicios y mentiras y podía enseñar sin ser
responsable de haber evangelizado con faltas. A veces no se necesita, un que es
mejor que sí, conocer tanto ni tener una teología sin equivocaciones, si se
quiere con calor del corazón ganar a alguien para el Señor. Lo providencial
sería que alguien más familiarizado con las doctrinas cristianas de la gracia,
si escuchan algún joven predicador enseñando errores, tomándolo aparte pueden
hacer lo que hacen Aquila y Priscila con Apolos (Hch.18:26). Y haciendo esta salvedad,
por otro lado aunque su conocimiento
histórico es defectuoso no lo es tanto como para perjudicar la salvación de
quien lo oye; esas dos cosas no son precisamente dos herejías, sino dos
históricas equivocaciones que no disminuyen para nada el mensaje de la palabra
de Dios ni evitan la inspiración del Espíritu Santo.
No obstante aunque hay una
explicación para sus errores, esas dos equivocaciones a Felipe le hacen más
difícil evangelizar a Natanael. Si hubiera dicho que era de Belén podría
asociarlo al rey David pero no de Nazaret con tantas mezclas étnicas y
religiosas y con tantos prejuicios en contra. Y si hubiera dicho que era el
Hijo de Dios y no de José hubiera sido tropezadero a los judíos pero no a
todos. Este error de conocer a Jesús más profundo lo corrigió y confesó
"tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel" (v. 49).
Es una equivocación pensar
que se hace más fácil la evangelización del mundo con una teología liberal que
con los dogmas antiguos de la fe. Es un error renunciar a nuestras antiguos
confesiones y a lo que hemos aprendido en concilios y a través de los llamados
"padres de la iglesia". Sobre todo en la Escritura. Aunque los
errores y las herejías se puedan abrir rápido camino entre el pueblo ignorante
y ganen afiliados para formar sectas, con la gente que piensa y busca la
verdad, como Natanael, ellas hallan más obstáculos para ser creídas que la sana
doctrina ortodoxa. Aguantan algunos siglos, destruyen miles de almas a su paso,
y se mueren porque no son perpetuas. Están basadas no en una buena exégesis de
la Escritura sino en el conocimiento humano, en tradiciones de hombres y en
prejuicios suscitados.
El “ven y ve” que le dice a
Natanael (v.46), es equivalente a vamos a estudiar a Cristo no por lo
que en Jerusalén, Betsaida y Capernaúm, Yale y Oxford, se diga de él sino por
lo que revela el Espíritu Santo en el evangelio a la iglesia y en la totalidad
de la Biblia. Se puede evangelizar con una soteriología defectuosa y con
errores cristológicos, pero probablemente las doctrinas de la gracia cuyo
sistema conocemos será el que gane a los pecadores hasta el fin del mundo. El bendito
destino de las herejías o errores doctrinales, es sucumbir.
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