No siempre los de piel más blanca son mejores


Amós 9:7 
“¿No sois para mí como los hijos de Etiopía, oh hijos de Israel?” ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, y a los filisteos de Caftor, y de Kir a los arameos?”.
 
Gill dice: “Se volvieron tan negros como la piel de los etíopes y fueron idólatras como ellos, y se endurecieron como ellos y se acostumbraron a pecar del mismo modo, tal que les era imposible dejar de hacerlo (Jer. 13: 23). Los etíopes son representados por Diodoro Siculus como personas muy religiosas o idólatras y los primeros adoradores de los dioses y que les ofrecieran sacrificios a ellos, que los tenían a cambio en especial favor y estima. Homero habla de Júpiter y otros dioses como yendo a Etiopía para una fiesta de aniversario y los llama gente inocente. Luciano menciona que los dioses que viajaban más allá del océano llegaban a Etiopía, hombres honestos que los acogían tan bien sin ni siquiera haber sido invitados”. Un creyente puede comportarse, a veces, de un modo menos virtuoso que un incrédulo.
Observa que no siempre los de piel blanca son mejores que los que tienen la piel de otros colores. Los judíos tampoco eran tan blancos. Los hombres no son mejores ni peores por el color de la piel. Los judíos se gloriaban en ser hijos de Abram, Isaac, Jacob, y haber tenido el privilegio de ser sacados de Egipto por Dios, sin embargo el argumento del profeta muestra que por su mala conducta habían perdido la bendición de ser tratados de modo especial y que imitando en iniquidades a las otras naciones no podían sino esperar retribuciones divinas similares a ellas. No que los haya desechado como hijos sino que los ha de recompensar como a los otros. Ni soñar que si hacemos males vendrán bienes, Dios dará a cada uno conforme a sus obras. El alma de ellos, hombres de piel blanca, era más negra que la piel de los etíopes, y a veces éstos, los negros, los excedían en hospitalidad y nobleza.
Por otra parte, nota que  el éxodo por cuestiones políticas o económicas es una forma providencial de Dios para formar las emigraciones de los pueblos, y que en sentido general son buenas. El éxodo de los judíos desde Egipto es idéntico a la emigración donde actúa la providencia, cuando trajo a los filisteos de Caftor y a los arameos de Kir. Es lo mismo. El mismo Dios, usando milagros que con providencial inteligencia las produce y usa cambios económicos  y políticos, y en ambos casos quien dirige los éxodos de los pueblos y establece para cada uno “el límite de su habitación” (Hch. 17: 26). Rut la moabita emigró a Israel por una cuestión familiar. Dios tenía algún propósito con aquellos emigrantes que desde el Ponto, Etiopía, Mesopotamia, Grecia, Roma, visitaban Israel en Pentecostés cuando fue derramado el Espíritu Santo. Y Juan estaba en Patmos con algún propósito divino y por eso la providencia lo puso allí.

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