El retrato de Jesús
Salmo 45:2
“Eres el más hermoso de los hijos de los hombres”.
No hay foto de Jesús y los dibujos de su rostro son imaginaciones
o falsificaciones. Sin embargo la letra de la Escritura nos dice que su rostro
fue sin parecer ni hermosura, sin atractivo porque por lo mucho que
sufrió en la cruz fue desfigurado (Isa. 53: 2). El tradicional rostro
del Señor usado en la veneración de la Iglesia Romana, es falso. No consta que
tuviese el cabello largo ni las manos delicadas ¿cuándo usted ha visto a un
carpintero con esas manos tan delicadas?, sin embargo dice la Biblia que en su
rostro plenamente brillaba la gloria de Dios (2 Co. 4:6); y de ese testimonio
hay tres discípulos que lo hicieron constar cuando lo vieron en "el monte
santo", o sea el conocido como monte de la transfiguración.
Lo que los evangelios nos preservan es el dibujo de su
persona, de cómo es, como era su persona. Como Maestro y Predicador era
incomparable (Jn. 7: 36, 45). Aquellos soldados del imperio salieron para
prenderle y quedaron cautivados por su poderosa voz y elocuencia, y dijeron que
nunca había hablado un hombre como ese. Y si lo quería con un par de palabras
derribar a una tropa (Jn. 18: 6). Con sus ojos podía recordarle a un pecador
sus faltas si lo miraba un instante (Luc. 22:61). Éstos siempre estaban llenos
de amor (Mr. 10:21). Hebreos
nos dice que era más sublime, y exaltado que los cielos (He 7:26), y además
manso y humilde de corazón. Y ningún hombre pudo jamás reprocharle algún pecado
(Jn. 8:46). Sus enemigos lo llamaban "amigo de publicanos y de
pecadores" (Mt. 11:19).
El rey en este salmo era un tipo de Jesús. David era
un tipo de Jesús; y donde más se parecía era en sus tribulaciones; y cada
cristiano igual que él, si no sufre "como malhechor" cumple en su carne
"lo que falta a los padecimientos de Cristo por la iglesia" (Col. 1:
24). Todos los cristianos son llamados a conformarse no a este mundo sino a la
imagen de Cristo, llevar estampada en sus vidas la preciosa persona del Señor
Jesús. Dios queme el pecado en nuestros labios con tizón y
podamos hablar palabras llenas de toda virtud (Isa. 6: 6,7). El dibujo o retrato que tenemos de Jesús en la Biblia es
impresionante.
Si tiene paciencia pudiera gustarle leer esto otro,
Que lindo post! A veces me pregunto si a cada instante que nos vamos acercando más a la imagen de Cristo, ¿no debiéramos ir siendo rechazados más y más por el mundo? ¿Será esta relación inversamente proporcional?
ResponderEliminarY por qué entonces algunos cristianos parecieran haber ganado a Dios y al mundo?
También me pregunto si la Gloria de Dios que se refleja en nuestras vidas, no "condenará" el estilo de vida de las personas?. Quizá por eso no somos mas bienvenidos en sus fiestas y celebraciones.
Si estoy equivocada por favor corríjame.
Saludos!
Viviana, ayer hablé sobre las palabras de Pablo, “si estoy loco es para Dios y si cuerdo es para vosotros”. Festo dijo a Pablo, “las muchas letras te vuelven loco”, dándose cuenta ese vulgar romano la gran cultura de Pablo, educado por Gamaliel, entre otros. Le daban envida.
ResponderEliminarVolviendo a Corinto; una de las razones por la cual lo envidiaba era su cultura, lo llamaban loco por sus experiencias espirituales, sabiendo que había ascendido al tercer cielo; lo llamaban loco cuando oían de las revelaciones que había tenido, lo llamaban loco por su consagración msionera, yendo por el mundo y exponiéndose a tantos peligros, lo llamaban loco por el cristocentrismo de su teología que giraba en torno a un crucificado, le llamaban loco por dejar una profesión como juez en el sanedrín para seguir a ese “tal Jesús”.
Nadie se ha parecido tanto a Jesucristo como Pablo, incluyendo a Enoc y Elías, que sin carroza de fuego fue al paraíso. Le aborrecían su vida cristiana, su santidad, su despego del mundo y que “no corría con ellos en el mismo camino de disolución”, y lo ultrajaban (1 Pe. 4: 4).
Sólo me tengo que asegurar ante Dios que hagan y digan todo eso “mintiendo”, y no es por entremeterme en lo ajeno, homicida o ladrón, soy bienaventurado (Mt. 5:11; 1 Pe. 4: 15).