Viendo al que nadie jamás ha visto
"Es pues la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (He.11:1).
Hay una palabra en nuestro texto que es la quintaesencia de la fe, convicción que indica seguridad. La fe es algo más que saber. La seguridad de lo impalpable y real. Ese elemento de seguridad en lo que se sabe es lo que nos permite disfrutar, deleitarnos y hacer grandes decisiones a favor del mundo invisible. Todos estos héroes y heroínas de este capítulo tenían la convicción que lo conocieron era certísimo.
La seguridad en las realidades eternas es lo que llamamos fe o certeza, algo que no se puede alcanzar por métodos humanos pues es don de Dios. El Señor no revela que hay otro mundo sino a sus escogidos, los otros ni palpando pueden estar jamás seguros. Si Jehová contesta la oración de fe de Eliseo, su siervo verá el mundo invisible y no antes aunque agrande sus ojos de carne. Es comunión espiritual y acercamiento a esas realidades: El monte de Sión, Jerusalén la celestial, la compañía de millares de ángeles, los espíritus de los justos hechos perfectos, Jesucristo el mediador del nuevo pacto y la sangre suya, rociada, que habla mejor que de Abel. Lo que no se ve no se siente en la distancia.Se ven con el lente de la fe y puestos de rodillas; y el Espíritu nos dibuja lo celestial con pasajes bíblicos en la memoria.
De todos los medios de gracia usados por Dios para aumentar esa convicción uno de los mejores es oír sermones sobre estos temas, ungidos por el Espíritu y salidos de la Escritura; a esos siervos de Dios que predican creyéndola; y en verdad la creen, y tienen fe para sí mismos y para transmitirla. ¡Oh si yo tuviera la mitad de la fe de ellos, de esos que vivían como “viendo al Invisible”!
No es ver cosas en la noche o mediante el sueño sino ver la Escritura. Ver el cielo en ella, el infierno, el alma, el trono de Dios y a Jesucristo el Mediador. Cuando los antiguos bereanos oyeron a Pablo no pudieron creerlo ni tener convicción de esas cosas hasta que se dispusieron a ver si estas cosas eran así. Tenían que ver para creerlas, verlas con los ojos del entendimiento, escudriñando cada día las Escrituras (Hch.17:11; Efe.1:18); y de ese modo obtuvieron certeza de lo que se espera y convicción de lo que no se ve. Dios nos forme a la imagen de Jessucristo, no solamente con palabras de la Biblia sino con convicciones bíblicas, y aunque nos saquen los ojos de carne, sigamos viendo al que nadie jamás ha visto.
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