Comentaristas amigos de Dios
Jeremías 36:3, 4
“Y llamó Jeremías a Baruc hijos de Nerías
y escribió Baruc de boca de Jeremías, en un rollo de libro, todas las palabras
que Jehová le había hablado. Quizás oiga la casa de Judá y se arrepienta”.
Esto es para que Jeremías trabaje con
esperanza y lo escriba a pesar de que Ezequías le había dicho que el pueblo no
se convencería ni se convertiría con sus predicaciones. O sea, escribe el libro
como un complemento de sus sermones. Si el pueblo, o al menos algunos, que no
pudieron escucharlo, como nosotros, o quisieran escucharlo otra vez sin que
fuera posible, tendrían la oportunidad de leer lo que otros habían escuchado y
reflexionar sobre el contenido espiritual de la Palabra de Dios.
En ese sentido, sin ir más lejos me
parece que se está recomendando la buena
literatura bíblica, los panes de la proposición o maná que podía ser
molido, machacado en mortero, comido con azúcar, con sal o con laurel, al gusto
de cada cual, pero siempre nutritivo y que fortalece los músculos, le da vigor
a las coyunturas, sana las rodillas paralizadas, desinfesta los tuétanos, y acelera
de modo celestial los ritmos y palpitaciones del corazón. En una palabra, el
jugo bíblico es magnífico para uno andar en el desierto de este mundo, y llegar
a Canaán, la tierra prometida, y subir al monte Nebo, sin problema alguno a
toda velocidad aunque se halle próxima la partida final por haber llegado a la
edad de los 80.
Una buena literatura bíblica no
solamente consuela sino también exhorta. y manifiesta no por conveniencia
propia del pecador, la oposición de Dios contra el pecado, sino porque
desvirtúa Su gloria. Debe decir aquellas cosas a las que se opone Dios y las
llama pecado y las enjuicia.
Hay páginas impresas de autores
cristianos, que no son los librillos de autoayuda que devoran sin saciarse los
que tienen poca afición por los libros apostólicos y autores descendientes de
aquellos. Los mejores libros merecen ese calificativo en dependencia a la
relación que guardan con las Sagradas Escrituras. No salgo de mi asombro y decepción
cuando visito un blog reformado y lo leo extensamente dedicado en enjugar los
lloriqueos de cristianos con poca fe o a remendar roturas en el carácter o
dando consejitos para tener un matrimonio feliz. Y eso lo he oído en púlpitos
supuestamente “reformados” donde los mensajes doctrinales brillan por su
ausencia.
Los comentarios bíblicos tienen el
primer lugar, los publicados por esos pocos privilegiados doctos en el reino de
los cielos. Es bueno que cada creyente ahorre algo y se haga de algunos
comentarios bíblicos inspiradores. Calvino tiene algunos en español, en
especial la Institución, y las epístolas pastorales. Los de J.F.B., están bien;
un poco resumidos, pero bien. BH Caroll, con su estilo hace bien, aunque no
abarca toda la Biblia.
Si no tiene sino para comprar un
comentario, vaya comprando poco a poco los de Mathew Henry, los concisos,
porque los otros son muy extensos. Y si lee inglés y tiene computadora
(ordenador, o computador) ¡ni se diga!, tiene para gastar hasta su último
“cuadrante”. Las biografías de grandes hombres y mujeres son inspiradoras, y
nos complementan la personalidad cristiana. Lea su Biblia y consulte a esos
señores y lea lo que ellos opinan sobre el significado de aquellos pasajes que
a usted le parecen enigmáticos, y verá que las exposiciones de esos amigos de lo divino, o mejor dicho, amigos de Dios, son fascinantes.
http://exiledpreacher.blogspot.com/
C. H.
Spurgeon on the use of commentaries,
“Parece extraño que ciertos hombres que
hablan mucho acerca de que el Espíritu Santo se les revela a ellos, piensen tan poco
acerca de que el Espíritu se le revela a otros... ha sido la moda en los
últimos años hablar contra los comentarios bíblicos... una respetable relación
con las opiniones de los gigantes del pasado podría haber salvado a muchos
erráticos pensadores de aventuradas interpretaciones y descomedidas inferencias".
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