No le digas ¡bienvenido! a tu bolsa
Oseas 2:8,9,12
“Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal. Por tanto, yo volveré y tomaré mi trigo a su tiempo, y mi vino a su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que había dado para cubrir su desnudez”.
No pongas al servicio de los demonios los dones que Dios te da. El dinero que ganaste te lo dio Dios, no lo tires, no financies cultos idolátricos, no es Baal a quien tú adoras, el que te da la plata, es Dios. No apoyes tampoco con tu dinero a las sectas heréticas ni envíes nada a evangelistas ambiciosos que te dicen lo que quieres oír y te engañan para explotarte. Financia iglesias con sólidas doctrinas, programas de ellas para alcanzar el mundo para Cristo, pastores, no asalariados sino ministros con vocación, proyectos de beneficencias a través de santas congregaciones. Pero nunca le des apoyo a otro que te pide en la puerta, por la radio o la televisión, y “no trae esta doctrina”, ni le digas ¡bienvenido! a tu bolsillo. Y la promesa que ellos te hacen que te irá bien si les envías dinero porque lo estás dando a Dios es mentira, aquí el Señor dice lo contrario, que te empobrecerás y te lo irá quitando poco a poco, y podrás dar menos y menos hasta que no tengas ni para ti mismo.
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