Jóvenes, pero no sexo maníacos
Daniel 1:7
“Les puso nuevos nombres”.
A estos jóvenes hebreos, Daniel, Ananías, Misael, Azarías, los sacaron del seno familia, de su ciudad y de sus barrios, los metieron en una jaula como pollos y se los llevaron para otro país. Directos para ser materia prima de otra cultura. El propósito fue reprogramarles la mente y borrar de ella cualquier conexión con su pasado, familiar o religioso; es decir, convertirlos en otros y obligarlos, más que por una adaptación voluntaria a la cultura y sociedad babilónicas, a ser babilonios, les guste o no; desarraigarlos totalmente y convertirlos en otra gente al servicio del imperio, y sobre todo lo dicho quitarles la fe en Jehová y sustituirles en sus corazones las enseñanzas del Señor por otras nuevas, paganas y diabólicas.
Pero estos eran muchachos bien criados, bien educados por sus padres, que amaban a sus ancestros y no eran religiosos por costumbres sino por convicciones y el poderoso rey de Babilonia no pudo sacarles de dentro lo que sus maestros les habían puesto. Pudieron llevárselos, confinarlos, transportar los objetos de adoración pero no deshacer la formación espiritual que tenían. Eran jóvenes inteligentes y santos. Y Dios, por supuesto, acompaña a esos tales jóvenes, que lo representan a él y no dejó que los que los tenían cautivos y disponían de ellos redujeran a cenizas sus cuerpos y convicciones. Pudieron como a José en Egipto, cambiarles el nombre y las ropas, educarlos en otra sabiduría, pero no desalojar a Dios y volver nada el propósito que el Señor tenía con ellos.
Toma a un joven de hoy, post moderno, y hazle lo que le hicieron a éstos y veamos lo que pasa. Sepáralo de la familia, cámbiale el nombre, la forma de vestir, la música, la novia y los amigos y ya verás si cuando le den permiso para retornar del ejército o la marina o de Estados Unidos, sigue igual o huye de los que lo conocieron. Quizás al tipo allá lo hacen otro. No hay que llorarlo porque él se lo buscó. Acudía a la reunión de jóvenes para pasarla bien. Un buen estudiante pero un bruto en Biblia. Decía para no estudiarla ni enseñarla “yo no voy a ser pastor”. Aquellos (1:17) otros eran eunucos y no sexo maníacos, ni de discotecas o billares, vinos y cervezas, sino de libros, visiones del cielo y por supuesto ¡tenían posibilidades de encumbrase!
Quedé sin palabras...
ResponderEliminarEs la pura y santa verdad. Tristemente eso es muy común hoy en día en los círculos evangélicos, donde los jóvenes creen que ya son salvos por el solo hecho de haber recibido a Cristo mediante una oración; pero no hay convicciones, solo emociones baratas. Y mucha culpa de esto lo tienen los mismo pastores que enseñan mentiras.
Dios guarde a los suyos.
Gracias por estas palabras.
Dios le bendiga pastor.
Pastor, una consulta, ¿puedo subir este texto en mi blog, con su permiso?
ResponderEliminarSería de mucha bendición; obviamente pondría los links y todo.
Gracias
Flavio Miranda
Por supuesto hermano Flavio, úsalo como quieras, si los lectores de tu blog se pueden beneficiar de estas sencillas exposiciones, que quisiera que agradaran a Dios.
ResponderEliminarMuchas gracias pastor.
ResponderEliminarDios le guarde!