Nadie ha detenido la luna en una de sus fases


Si tenéis fe y no dudáis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que aun si decís a este monte: Quítate y échate al mar, así sucederá (Mateo 21: 18-22).

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¿Cuándo usted ha oído que alguien haya cambiado la geografía de un lugar trasladando una montaña de un sitio para otro, por ejemplo del frente de su casa para el patio, o como dice ahí, no sé con qué razón, desaparecerla en el mar? Sé que es una hipérbole pero valga la pregunta para cualquier otro portento como las ráfagas de un huracán, o que pueda decir como Josué, “sol detente en Gabaón y tú luna en el valle de Ajalón”? No he leído a nadie aparte de él que haya apagado el sol por un rato y sostenido la luna unos minutos en una de sus fases. A los que muerden una serpiente si no andan pronto con la medicina se mueren, y levantar un muerto que hiede, olvídelo, eso nadie lo ha hecho fuera de la era apostólica.

Eso quiere decir que todos en el mundo mezclamos la fe con dudas, que no hay un solo ser humano, vivo o muerto, que haya tenido una fe pura porque todos sin excepciones no pueden evitar las escorias adámicas de incredulidad, la intromisión de incertidumbres y perplejidades en su sagrada oración, en su bellísima predicación, en su hermosísima alabanza y en su confianza en la providencia.

El poderoso Moisés hizo brotar agua de la roca y cuando el pueblo lo aplaudía por su éxito Jehová le dijo que perdió el privilegio de entrar a la tierra prometida por no haber creído completamente. El apóstol Pedro caminaba sobre el agua y cuando sus circunstancias se hicieron más furiosas, perdió una porción de su fe e inmediatamente comenzó su descenso. Sin embargo todos ellos fueron fieles hasta la muerte y vivieron sin manchas dejándonos biografías consoladoras, no para disculpar nuestra incredulidad porque es injustificada ni porque hayan maldecido alguna higuera estéril sino porque las han abonado, regado por uno, tres, y muchos más años y con esa medida de fe demostraron que el mundo, de ellos no era digno (Luc. 13:6-9; He. 11:38).

Comentarios

  1. Pasando de nuevo por este blog que me gusta tanto. Mi querido hermano, pienso que los milagros tenían como propósito que fuera magnificado el poder del Señor tal como lo dijo Moisés a Dios, para ser manifestado a otros pueblos su Gloria (esa fue la lección que vimos este domingo, je,je, no soy la gran "trucha en conocimiento", ja,ja,ja).
    Muchas veces, buscamos glorificarnos a nosotros mismos, porque como ud. escribe querido hermano, que nos fueron dejadas esas biografías consoladoras, que nos marcan el camino a seguir y el cual ellos siempre siguieron.Debemos de seguir las pisadas de Cristo.
    Gracias por su post. Sigo pasando.

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  2. Isa, bienvenida con tus ayudadores comentarios.

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