La “Gran Comisión” desmembrada


Vosotros sois la sal de la tierra (Mateo 5:13-16).

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Los versículos son cortos pero las figuras tan sugestivas que merecerían más espacio. Quiere Jesús decirles, “preserven la sal de vuestro testimonio y por nada del mundo pierdan el sabor que le es he dado, no es hora de rebajar vuestro estándar de vida espiritual, si sois un poco menos de lo que yo quiero no serviréis para nada y vuestra suerte será menos digna: ser “echados y hollados por los hombres” (v.13).

El Señor pudo haber dicho esto para prevenir la adaptación de la iglesia al contexto social producto de la opresión en que ella viva. La iglesia está llamada a hacer ver al mundo que hay distinción entre un creyente y un incrédulo. Ella debe vivir como una perenne condena a los pecados del mundo y constante crítica de la sociedad. Cuando la iglesia es penetrada por la sociedad se descalifica. Del mismo modo “sois la luz del mundo” quiere decir, “no se escondan y no oculten que son mis discípulos, continúen acumulando buenas obras ante los ojos de vuestros detractores y quizás ellos terminarán glorificando a Dios” (vv.14-16).

Jesús quiere que la iglesia viva dignamente su momento histórico; que acoja con buen espíritu su suerte y no de señal alguna de cejar ante las situaciones. El Maestro dedicó muchas palabras para que la iglesia levantara su frente (Lc. 21:18), “erguíos y levantad vuestra cabeza”. Debe pararse bien alto donde todos la puedan ver y con su frente erguida sin nada de qué avergonzarse. Jesús se refiere al testimonio personal que no hay que exhibirlo como los fariseos, pero sí que tenga impacto público.

La base de la esperanza para la conversión del mundo está en la vida de las iglesias antes que en sus esfuerzos evangelísticos y misioneros. El primer gran mandamiento no es ir por todo el mundo y predicar el evangelio, sino amar a Dios con todas las fuerzas y con toda el alma; el segundo mandamiento no es hacer discípulos sino amar al prójimo como uno mismo y si acaso en la posición tercera se halla la Gran Comisión; y ojo, estrictamente ella fue una orden, o más bien un impulso inicial que nunca debe estar desmembrado del comportamiento cristiano. El destino de la sal no es sólo hacer que la vida no sea insípida sino preservarla de corrupción.

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