La opción de bajar por la escalera


Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito ésta: A sus ángeles mandará acerca de ti y en sus manos te sostendrán (Mateo 4:6-7).


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Igual que Jesús, el blanco de ataque son los hombres y mujeres de fe a quienes el diablo tienta para que obtengan fe de promesas bíblicas que no les corresponde, que esperen ayuda del cielo que no llega y no reciban cumplimiento alguno.

Una equivocada interpretación de la Biblia pudiera matar la profesión cristiana, y eso cuando se espera un milagro que no ocurre y todo se deshace en el piso por un salto de precipitada decisión, y el ingenuo creyente engañado se lanza a una aventura de fe que no hay promesa que la fundamente a no ser una incorrecta derivación textual. Detrás de una mala exégesis de la Biblia hay un diablillo engañoso que planea la destrucción de la fe.

Si Jesús hubiera creído la interpretación que Satanás le daba a los textos de la Biblia, hubiera arruinado su misión y su vida. Todo lo que dicen los libros no se cree, amigo, ni la propaganda religiosa que distribuyen en los mercados. Cuídese del autor de un libro. Que algo esté impreso no quiere decir que sea cierto. Hay miles de falsos manuscritos del Nuevo Testamento cuyos autores fueron gnósticos, e invaden hoy el mercado religioso, difamando a Cristo y anunciando otro evangelio opuesto al del apóstol Juan, Pablo o los otros (como el Apocalipsis de Judas). Y los ignorantes y ciegos creen que esa literatura es la auténtica y que los evangelios conocidos son los falsos.

Ese fenómeno de falsificación no es nuevo. Jesús lo predijo: “Vendrán muchos en mi nombre diciendo yo soy el Cristo” (Mat. 24:5). Ya Pablo en el siglo primero lo conocía y advertía a los hermanos que no se dejaran engañar por “carta como si fuera nuestra” o “por espíritu” (2Tes. 2:2). A estas alturas de la historia, una novedad en la interpretación de las doctrinas de la gracia, casi seguro que es una herejía ya conocida y condenada por nuestros predecesores.

Jesús oyó la interpretación bíblica que le dijo el diablo, miró el vacío, calculó los metros que lo separaban del piso, no encontró relación en lo que dice el Libro de Dios y aquella experiencia aérea que le proponían; entonces consideró la opción de bajar por la escalera y no lanzarse al aire esperando un angelical milagro, ¿y si acaso ninguno de ellos aparece? Sabía que siempre que haya otra opción que no sea un milagro Dios no lo hace.

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