La incógnita de por qué nadie busca a Dios
ROMANOS 9:14-18
"Tendré misericordia del que yo tenga
misericordia, y tendré compasión del que yo tenga
compasión".
compasión".
En este
momento vamos a entrar poco en controversia, más bien si creemos que la
Escritura es inspirada por Dios, nos fijaremos en dos cosas esenciales.
Primero, la salvación de una persona es imposible para ella misma ejecutarla
porque dice que "no depende del que quiere..." (v.16). Supongamos que
alguien diga: "Yo buscaré a Dios". ¿Qué diremos de esa decisión? Que
esa persona no existe (Ro.3:10,11). No sale nunca de ningún pecador el deseo de
buscar a Dios. Lo que puede ocurrir es que busque su interés en
las cosas de Dios, o que busque lo que pertenece a Dios. Segundo, si es enteramente por misericordia
no podemos esperar que de cualquier pecador salgan de él mismo los deseos y la
decisión para buscarla. Si no es por la misericordia de Dios permaneceríamos
endurecidos y desinteresados. Aunque hagamos todo lo posible por atraer un
pecador a Cristo, no esperemos que por sí mismo disponga su corazón para buscar
su bien eterno. Como podemos apreciar en
nuestra experiencia, la misericordia de Dios no es una cosa común que él use
con todo el mundo. Como está escrito, "de los más no se agradó Dios"
(1Co.10:5); son muchos los que se pierden aunque traten de entrar por la puerta
estrecha (Mt.7:13,14), a la mayoría parece que Dios los ha dejado a una mente
reprobada para hacer cosas que no convienen, equivocadas (Ro.1:28). La
incógnita de por qué no se halla a alguien
que busque a Dios es porque ese alguien no existe
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