Lo que escribe el Espíritu Santo jamás se borra
2CORINTIOS 3:3
“Siendo manifiesto que sois carta de
Cristo redactada por nosotros, no escrita con tinta, sino con el Espíritu del
Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones humanos”.
El
apóstol Pablo continúa contestando a sus pequeños criticones, que él no
necesita de cartas de recomendación de nadie y que además porque cuenta con las
señales apostólicas, porque ellos son sus cartas, escritas por el Espíritu
Santo en sus corazones, cartas abiertas, quiero decir con un testimonio válido
y auténtico ante el mundo. Ningún papel autentifica tanto la vocación celestial
de un pastor como la calidad de cristianos que forman su iglesia. El cincel con
que cuentan los judaizantes el cincel de Moisés, hecho de hierro, feroz, que a
golpe de demandas crea sus discípulos. Y, en cambio el Espíritu no utiliza
ninguna herramienta férrea, cortante y dura, sino una mano extendida desde el
mismo trono de Dios, amable y cariñosa, sin golpes de venganza sino con caricias
de amor. Oh Espíritu Santo, inseparable compañero de nuestro ministerio y de
nuestra salvación.
Quiero que sepas que lo que escribe el
Espíritu Santo en nuestros corazones jamás se borra. Hay diferencia entre oír
la ley de la Dios de Moisés y oír las palabras del Espíritu Santo. Moisés te
escribe la letra y la forma de la ley pero no tiene poder para vivir por ella,
la quebrantas una y otra vez y te vuelves un constante transgresor. Los que
saben la ley por Moisés son cristianos débiles e impotentes pero lo que enseña
el Espíritu no se borra, no se olvida, el mandamiento siempre está activo
fortaleciéndonos y dándonos libertad (1Ti.1:12,13). Moisés “tiene cada día
quien le lea en la sinagoga” (Hch.15:21), pero el mundo tiene algo mejor que
leer, el evangelio en las vidas transformadas por el glorioso evangelio que ha
brillado en la faz de Jesucristo. El mundo no conoce las cartas de Pablo, ni
las epístolas de Juan, ni lo que escribió el apóstol Pedro, pero sí puede leer
la moral de Jesucristo, la esperanza de Jesucristo, la santidad de Jesucristo y
las virtudes de Dios en el comportamiento de la iglesia. Cartas escritas por el
Espíritu Santo a Julia, Bernabé, Jacinto, Rosa, y a una incontable multitud de
cristianos que viven de polo a polo en esta pequeña bola que flota en el vacío.
Lo que ha escrito Dios de su puño y letra en sus corazones, nunca se olvida y
nunca se borra.
Comentarios
Publicar un comentario