Dos hombres distintos, dos ministerios distintos
JOSUE 12:6,7,24
“Y estos son los reyes de la tierra que
derrotaron Josué y los hijos de Israel, a este lado del Jordán hacia el
occidente, desde Baal-gad en el llano del Líbano hasta el monte de Halac que
sube hacia Seir”.
Dos hombres distintos, Moisés y Josué, dos vidas con misiones
diferentes. Moisés fue tan siervo de Dios como Josué y viceversa. Ambos fueron
llamados por Dios para servirle, pero no en lo mismo, no con el mismo
ministerio. En la lista de reyes que venció Moisés sólo aparecen dos, Sehón y
Og, mientras que en la de Josué hay treinta y un reyes. Josué fue militarmente
mucho más útil a Dios que Moisés, pero Dios no llamó a Moisés para que hiciera
aquellas batallas, ni a Josué para que escribiera los cinco primeros libros de
la Biblia, para que hiciera maravillas en Egipto, para que viera a Dios cara a
cara y para que fuera el hombre más manso del mundo (Num.12:3), sino para que
meditara en la ley de Jehová y hallara en ella su delicia. ¿No?
El Espíritu Santo colocó una lista
detrás de la otra inocentemente porque Josué jamás la escribió para gloriarse
por sus trabajos más extensos; al contrario, desde el mismo comienzo de su
libro cuenta que Dios le tuvo que animar mucho para hacer su trabajo. Los
grandes siervos de Dios no se comparan para sacar ventajas. No se trata de
ignorar lo que el otro hizo o está haciendo; podemos saberlo, gozarnos, sin
envidiarnos ni sentirnos menos. ¿Por qué Moisés tiene que librar guerras si
Dios no lo capacitó para eso? ¿No recuerdas que fue Josué quien luchó contra
Amalec mientras él oraba sobre un monte? (Ex.17:10,11) No te sientas menos
porque no puedes alcanzar el éxito que otros hacen. El plan de Dios para los
otros no es el mismo que tiene para ti. Trabaja para Dios como puedas, con
todas tus fuerzas, en lo que sabes hacer y donde él quiera que lo hagas. Los
dones que nos da Dios marcan su llamamiento pues nos equipa con los medios para
cumplir nuestra comisión. Hay quien es un campeón evangelizando de casa en casa
pero otro se moriría de vergüenza tocar a una puerta; pero es un buen maestro
de Biblia. No es uno mejor que el otro y se le hace daño al que enseña
arrastrándolo a la calle y si no va, creándole culpas. Uno entiende y enseña
doctrinas con claridad pero a otros no le pidas eso pues lo que pueden es
hacerle reparaciones a la casa de oración. Dice Pablo que el ojo es ojo y no
mano ni pie pero cada cual es un miembro del cuerpo de Cristo, la iglesia
(1Co.12:14-27). Lo que se pide de todos es que “sea hallado fiel” (1Co.4:2).
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