El único martillo de la iglesia
1 Reyes 6:7
“Y cuando se edificó la casa, la fabricaron de
piedras que traían ya acabadas, de tal manera que cuando la edificaban, ni
martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de
hierro”. “Ni martillos ni hachas se oyeron en la casa”.
En completo silencio de
construcción; más bien en paz, sólo se oía la voz humana. ¿Se construye así la
iglesia? Si bien ha de hacerse con reverencia y gloria, con discreción y sin
bulla, en la edificación de la iglesia sí se cortan las piedras dentro de ella,
se trabaja allí mismo, se perfeccionan con el martillo y el cincel de la
palabra de Dios que es la voz del Señor y el trabajo que ella hace es en total
privacidad. Ese es el único martillo que debe oírse cuando se están forjando
cristianos. Lo que sí no se deben oír son los martillos y las hachas de la
crítica destructiva. Lo único que puede martillar en la iglesia es el de la
gracia de Dios, su Palabra sonando sobre corazones empedernidos y conciencias
rocosas.
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