Líderes dulces y amorosos
JUECES 9:5-15
“Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me
elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no,
salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano”. No reine otro sino
tú, sobre mí. "Seré rey sobre vosotros si hacéis
mi voluntad; someteos a mí y el que no lo haga lo devore el fuego".
¿Qué
sombra tiene una zarza? Ninguna. Eligieron al peor. No necesitaban un rey. ¿Qué
necesidad tiene el olivo, la higuera y la vid de la zarza? Árboles tontos si
Jehová es vuestro Señor no necesitan sino su palabra. Esta fábula compuesta por Jotam es muy provechosa
para el creyente cristiano si la toma en dos sentidos. Primero en relación a la
elección de sus líderes; cuando el pueblo sufre violencia de un grupo
faccioso que se las arregla para colocar al frente de la congregación de Dios a
personas que espiritualmente son las peores que se pudieran encontrar, carnales
y no espirituales, ambiciosas, que no descartan ningún medio de las tinieblas
para erigirse en caudillos de quienes no debieran. Abimelec engañó a Siquem y los
convenció para que le dieran muerte a setenta medios hermanos suyos con el fin
de quedarse él como dueño de la prestigiosa historia de Gedeón; no era el mejor
líder, ni el más dotado a no ser con aquella virtud que tienen las serpientes,
la astucia. Sin sombra como una zarza, para cobijar debajo de sí a mucha gente
necesitada, sin belleza, lleno de espinas desgarradoras y sin frutos. En fin,
inferior en todo. Este hombre ambicioso logró por unos tres años apoderarse de
la dirección de Israel. Así hay hombres que logran ocupar, como Diótrefes, el
primer lugar dentro de la iglesia para mal de ella, o de su nación; los que
nada tienen que ofrecer a Dios o a los hombres, sino escasez, mentiras y
esclavitud.
En segundo lugar, oh mis hermanos, que sean los que nos
presiden, los que están en eminencia en la casa de Dios, aquellos que como el
olivo honran a Dios y a los hombres, que glorifican al Señor con sus
vidas, con sus trabajos y la iglesia es también colocada en un lugar muy alto.
Que Dios no permita que vengan a enseñorearse de su pueblo los que son
espiritualmente bajos, que no tienen ojos, ni lengua, ni mano para adorar al
Señor, los que espiritualmente son incapaces. O aquellos que como la higuera
ponen a disposición del pueblo santo su dulzura y buen fruto. Oh sí,
danos Señor, hombres que sean dulces en su cantar como David, dulces en su
palabra como Jesús. Dulces en su predicación, en sus maneras; que sintamos tu
amor por las manos, los labios y la mirada de esos siervos tuyos. Llenos sí, de
frutos del Espíritu Santo, amor, gozo, paz, bondad, mansedumbre, templanza; que
no haya ninguna ley en contra suya. Grandes cristianos queremos que sean los
que conduzcan tu pueblo, que los pastoreen en este mundo. Oh Señor, danos
líderes que atraigan hacia sí a los niños, a los ancianos, a los adultos todos;
que uno sienta que tú nos los has mandado porque son buenos, inteligentes,
espirituales dulces y amorosos.
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