Orando no a la virgen María sino con la virgen María
Lucas 1: 38
"Entonces María dijo: He aquí la sierva del
Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra".
- Señor danos semejante disposición para cuando
oigamos cuál es tu voluntad en
nuestras vidas, la de José y la mía, que no nos parezca que es poca cosa o
insignificante, pero que tampoco, si es sublime y privilegiada, sepamos
enfrentarla, porque la sombra de tu Espíritu nos cubrió y si nos calumnian
que lo hagan, tú tienes todas las explicaciones.
- Hemos orado que tú ordenes nuestros caminos,
que no temamos andar por donde nos llevan tus pasos (Sal.37:23; 119:132),
a Nazaret, a Belén, a Egipto, que no seamos impacientes para apurarnos, ni
miedosos para continuar. Si la carpintería no da más que no dé más,
viviremos conforme provea tu providencia. Si nos quedamos sin clientes,
otros vendrán.
- Oh Dios que no menosprecie el día de las
pequeñeces; que tu voluntad sea mi deseo, mi ilusión, mi energía. Pase lo
que pase soy una mujer bienaventurada. Señor si llego a pensar falsamente,
perdóname porque todos los pensamientos que salen de la incredulidad, son
mentiras. No tenemos ni siquiera para ti, sino dos tórtolas y dos
palominos mientras otros tienen corderos y becerros. No sienta yo celos ni
envidia por lo que otros tienen. Ellos mucho dinero y yo y José la sombra
de tu Espíritu; más bien debieran envidiarnos.
- Haz conmigo conforme a tu palabra, me iré a la
montaña a casa de dos amigos que me comprendan y me consuelen. No
esconderé mi vientre ni daré explicaciones a los preguntones. No tengo
cuna, ni pañales, ni biberón para mi criatura. ¡Qué pobre somos Señor! No
sea yo ingrata ni inconforme con lo que sea, lo que tenga o no tenga,
dondequiera y comoquiera. Una estrella siempre tendré sobre mi casa.
Tal vez he hecho orar a María como
una de nuestras hermanas, en cualquier parte del mundo lo haría. Cualesquiera
que hayan sido los momentos y circunstancias que vivía, mirado su pasado,
aunque una espada traspasó su alma, todo le salió bien conforme a la voluntad
de Dios, y el Dios que la puso en aprieto la llevó a lugar espacioso, y no fue
trasladada al cielo viva pero encaneció y murió reuniéndose con la iglesia de
Su Hijo.
Pudiéramos unirnos esta Navidad con
ella, mirar su pesebre, su estrella, sus amigos pastores y admirables magos, no
temerle al matón Herodes, ni viajar al extranjero por su culpa, cualquiera que
sea el destino de esta Navidad, seremos bienaventuradas, mujeres y hombres.
Repasando lo que hemos vivido, tenido o perdido, insomnios y reposos, paz y sobresaltos, guardamos todas esas cosas
meditándolas en el corazón, y quizás de forma particular con la madre del Señor
podamos decir, hágase conmigo conforme a
tu palabra.
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