La palabra pre-determinado tiene una hermana de sangre

Hechos 4:28
“Para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera”. 

Esta es parte de la nota de 2:23, “si me permiten, esas palabras “plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios” las hacemos personales. Todo en nuestras vidas para que obre para bien, tiene que estar planeado por Dios de antemano, y va hacia delante con solución o sin ella pero con su propósito o consentimiento”. La primera palabra importante es “cuanto” que en griego quiere decir “grande, mucho, largo”. Y si quiero ser personal vamos a la aplicación. Primero que todo para no ser infiel al Espíritu del texto tengo que señalar el contexto de salvación de ellas. Fueron dichas con referencia al propósito y plan redentor de Dios en Jesús. Y son el cofre mismo donde guardamos esas hermosas palabras que “todo obra para bien a los que aman a Dios”. Es decir, que el consuelo, la conformidad y la esperanza que traigan estas palabras están limitadas a “los herederos de la salvación”, a los hijos de Dios, aquellos que “están en Cristo”. A menos que usted se halle en Cristo estas palabras no son para usted. Son de consuelo para aquellos que “tienen esperanza”. Pero cuidado, el “plan maravilloso” que Dios tiene para usted es su salvación y eso quiere decir una cruz. No hay vida cristiana sin cruz.

Ahora voy a “abrir la Escritura”, como hacía Jesús y espero que nuestros corazones ardan. Voy de nuevo a la palabra “cuanto” que dije que significa “mucho, grande y largo”. El tamaño, la cantidad y la longitud de los días, la intensidad de lo que nos pase están determinadas por Dios. No habrá ni un día más, las cosas no serán más grandes que las que tienen que ser, alcanzarán el volumen y el tamaño que Dios quiere y no se excederán ni un centímetro más. La cantidad será por medida, la suya, y ni una onza se pondrá de más o de menos en la balanza. El número es fijo. Dios lo fija. Está fijado. La extensión él también la predetermina, o sea su longitud o su tiempo. Ni un mes más, ni un día más, ni una hora más. El día y la hora ya están señalados en el calendario de Dios. Nada será mucho, demasiado, ni tan grande, largo o corto como nuestro Dios lo haya fijado. Así reposaremos tranquilos en esa palabra.

Nota la perfecta sincronización de esas dos otras palabras que echan por tierra cualquier esperanza supersticiosa promovida por los que aman las ceremonias: “mano y consejo” o mano y  propósito o voluntad. La mano de Dios se halla detrás de lo que nos sucede. Enseñarnos, conocer, tener la fe aunque no se pueda ver que ella está escondida, invisible, incomprensible, pero allí está como estuvo con los hechos de Jesús, incluyendo la mala voluntad, el poder, la envidia y los pecados de los hombres como Pilato, Herodes, Judas, y los malos sacerdotes como Anás y Caifás. La mano de Dios detrás de la traición, la venta, la hipocresía, la ingratitud. El Señor da su aprobación a todo eso. Él tiene una solución y es parte de su plan. Además ella nunca se alza y se extiende si no es por su voluntad no por la nuestra. Su mano no ejecuta nada que su cerebro no ordene. Hay una perfecta coordinación entre lo que hace y lo que piensa. El recorrido de nuestras oraciones sigue un orden natural.

Van a sus oídos, a su mente donde son pensadas y allí pasan a su voluntad donde se determina la clase de contestación que tendrán y en último lugar llegan a sus manos. Las oraciones nuestras deben pasar por su propósito antes que lleguen a sus manos. Nadie puede hacer que Dios haga lo que él no quiere, lo que a su juicio no puede ser, lo que es opuesto a su criterio, y esto no se logra ni aunque se ore mil noches de vigilias y se ayune por 40 días. Cumplir con ritos no obliga a Dios a nada.  Y una última observación. La palabra pre-determinado tiene una hermana de sangre que es gemela, casi igual y su nombre es pre-destinación. La palabra “determinado” es una traducción de la griega proorizo: determinado. El diccionario expositor de Vine dice: “Este verbo debe distinguirse de proginosco, preconocer, que hace referencia a la persona que Dios conoce de antemano; proorizo hace referencia especial los asuntos que en su pre conocimiento están determinados”. Por supuesto que ambos están relacionados, la persona y sus circunstancias. Ninguna de las dos se halla fuera de la voluntad y propósito de Dios. Están incluidas en su proyecto, plan y destino. Su omnisciencia lo planea todo. La suerte de Jesucristo y la nuestra también. ¿No tienen estas palabras un “fortísimo consuelo”? Para mí sí y quizás para usted.


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