La Biblia no la entiende todo el mundo
Apocalipsis 5: 1-7
“¿quién es digno de abrir el libro y desatar sus
sellos? Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra y debajo de la tierra podía
abrir el libro ni aun mirarlo. Y lloraba yo mucho porque no se había hallado a
ninguno digno de abrir el libro ni de leerlo, ni de mirarlo… He aquí que el
León de la tribu de Judá ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete
sellos”.
La Biblia no es un libro cualquiera; es el más
misterioso del mundo porque para leerlo uno tiene que hacerlo con la ayuda de
su mismo Autor o no lo entiende. Con ningún otro pasa eso. Es porque lo
escribió no para que nos apropiemos de él, no para que lo dominemos, no para
hacernos teólogos, no para que lo enseñemos, sino para que nos relacionemos
con él. Esto dicho de forma absoluta porque todas esas cosas las
practicamos. Cuando Dios despierta el interés de alguno para escudriñar la
Biblia lo hace para que por medio de su lectura empiece tratos con él. El fin
de ella no es una cátedra sino Dios.
Juan, aunque sabe que digno no hay ni uno, llora,
porque no hay nadie que pueda darnos el mensaje de Dios, llora porque la
revelación llegó a un punto aparentemente final, ya no habría más mensajes
divinos para la salvación del hombre; llora porque Dios se guarda los secretos
que pudieran alertar al mundo y a la iglesia para que sean salvos. La gente
llora por muchas cosas, algunas importantes, pero por las más importantes no
llora. María Magdalena lloraba porque según ella le habían robado a Cristo. Eso
es un motivo importante para llorar, que a uno le roben la fe en Cristo, que le
roben su comunión, que le hurten la riqueza espiritual y la esperanza que por
el Espíritu y el Nuevo Testamento ha adquirido. Los creyentes deben llorar
cuando abren sus Biblias y la leen, saben lo que el texto dice, pero no les
surte ningún efecto espiritual, no hallan la verdad celestial, no encuentran
ningún mensaje al alma que les edifique, el libro se parece al que vio Juan,
está sellado, no entrega su contenido. Hay quien piensa que porque “lee” la
Biblia o la “estudia” ya puede llegar al contenido de ella misma. No puedes
leer la Escritura y beneficiarte de ella sin el Espíritu de Cristo, sin su
santo ministerio de enseñanza. Es un libro sellado para millones y abierto sólo
por su divino Autor. La Biblia no la entiende todo el mundo sino aquellos que
son del Espíritu Santo.
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