La higuera y su intercesor
LUCAS 13:6-9
“ 6 Dijo también esta parábola:
Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella,
y no lo halló. 7 Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que
vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué
inutiliza también la tierra? 8 Él entonces, respondiendo, le dijo:
Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la
abone. 9 Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”.
Jesús no dijo esta parábola fríamente sino con los
ojos mojados, el espíritu de ella es ese, no de juicio sino de misericordia, y
él es representado por el hortelano que intercede por la higuera estéril para
que no la arranque. Está impresionado con lo que acaba de decir con respecto al
futuro de su nación, y esta pequeña parábola la compuso para ilustrar tal
acontecimiento, o más bien para explicarlo, y al hacerlo vierte sus
sentimientos de compasión y ¡cuánto quisiera él que eso no ocurriera!, que su
amado pueblo no sufriera lo que claramente veía.
El Señor explica con la cifra de los tres años, no
precisamente el tiempo que lleva tratando de convertir la nación, sino un
tiempo indefinido, largo, durante el cual Dios le ha enviado profetas, maestros
y apóstoles para establecer dentro de ellos el reino de los cielos, pero todo
ha sido inútil porque la higuera persiste en no dar frutos e Israel continúa
sin arrepentimiento y matando a los que les son enviados. Como lo plantea
todavía existe un tiempo extra de misericordia, gracias a la intercesión suya
para que cuando concluya su ministerio y ascensión, revalore lo que ha
escuchado y cambie su comportamiento.
El hortelano y viñador, saca de la crisis a la
higuera y obtiene una moratoria del juicio y un perdón temporal, transitorio,
con vista a un trabajo extra, abono e irrigación, con mucha esperanza de que la
terca y natural obstinación de la planta, cese, y de sus entrañas sanas salga
el fruto deseado y que con gratitud lo ofrezca al obrero por el trabajo y
cuidado invertido.
Todavía está en plena operación esa intercesión, que
primeramente tuvo su paréntesis en la destrucción de la capital, y que continúa
latente en los oídos del Padre el clamor y la intercesión de su Hijo por la
conversión plena de la nación (Ro. 11:26). Se salvó el árbol del resultado de
la decepción y frustración de su propietario porque el Encargado de atenderla
solicitó una prórroga de vida y prometió la repetición de un esmerado cuidado
que al fin pusiera término a la esterilidad del árbol, y no deje su espacio
territorial vacío ni mucho menos ocupado por otras plantas silvestres que no
tienen por qué cultivarse allí ni vivir en esa tierra prometida.
Cada rama de la higuera lo escuchó y cada hoja se
estremeció, desde la raíz hasta la copa, que la ocupación de ese espacio en la
Tierra Santa podría tener un límite de duración si el propósito por el cual fue
allí sembrada no se cumple y se comporta en relación con el plan divino de
forma inútil como si se tratara de una higuera silvestre.
¿Para qué sirve Israel si ya dio la Biblia, los
profetas, al Señor Jesucristo, la iglesia y los apóstoles, y si ha sido de
bendición para el mundo su rebeldía, su apostasía, y no su fidelidad? Tal vez
quede aún la esperanza sustentada por el apóstol Pablo que si este pueblo con
una actitud anti cristiana sin proponérselo ha servido espiritualmente al
mundo, lo será más cuando por medio del evangelio, que es el único fertilizador
que terminaría con esa situación, y el trabajo del Hortelano, haga que supere
esa tan prolongada etapa y se convierta enteramente, con metamorfosis, en un
olivo de salvación (Luc. 13:35; Ro. 11:11-16).
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