Son orgullos de la obra de Dios
Juan 12:7
“Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi
sepultura ha guardado esto”.
“Déjala”,
no critiques a los hermanos que son consagrados. ¿No son discípulos como tú?
¿No están consagrados al Señor? ¿O te molesta la consagración de ellos? ¿Cómo
es posible que eso te fastidie; no debería más bien molestarte la des-consagración
de otros?
Hay discípulos que nunca hallan bien lo que sus hermanos
hacen y no les critican lo malo sino
hasta lo bueno. No seas como aquel que fue un día discípulo y llegó a ser un
traidor. Los que son así critican, por ejemplo, la generosidad que
algunos hermanos y hermanas usan con sus consiervos o con la obra en general.
Cuando se enteran del dinero que ellos dan a la iglesia les parece muy mal y lo
califican como un "desperdicio" (Mt.26:8) y alegan que podía
habérsele dado un mejor uso que tirarlo sobre la cabeza del Señor o sus pies.
Enseguida proponen un uso mejor que el que se le dio, como si el dinero fuera
de ellos o lo hubieran dado en préstamo. Se ofenden grandemente con eso de tal
modo que si sus protestas públicas y a veces solo entre leales aliados no son
oídas, abandonan la congregación o se abstienen de seguir contribuyendo.
Piensan que aún el dinero que dieron a la iglesia les pertenece y tienen que
usarlo como ellos precisamente indican. ¿Es bueno lo que hizo María? Sí, es
bueno. ¿El Señor lo desaprobó? No, al contrario, le gustó. A veces las
frecuentes críticas no van dirigidas contra los que nada hacen por el Señor
sino contra aquellos que más y mejor lo sirven, con los que son el orgullo de la obra de Dios.
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