Sacando ventajas a la sabiduría y misericordia de Dios
Marcos 13.13,19,20
"Porque aquellos días serán de tribulación
cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta
este tiempo, ni la habrá. Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días,
nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos que él escogió, acortó
aquellos días. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre, pero el que
persevere hasta el fin, ése será salvo".
Jesús siempre mostró preocupación porque muchos de
sus discípulos no concluyeran su testimonio (Luc.18:1 "no desmayar").
Reduce el tiempo de la tentación (v.20). Le permite a sus hermanos elegir la
situación difícil que pasarían (porque es necesario que la atraviesen (vv.18,19),
y por la oración mueve la fecha de los acontecimientos (quizás unos meses, tal vez
un poco más (Sal.41:3). ¿Podemos derivar
alguna doctrina?
Parece que tenemos un margen bastante amplio de
participación en el futuro de nuestras vidas; aquellas cosas que tenemos que
vivir, hay que vivirlas, porque son las importantes en el plan de Dios
para nuestra salvación y la de otros, (hay "copas" que no es posible
que pasen y hay que beberlas y tenemos que decir "no sea hecha mi voluntad
sino la tuya"). Son situaciones ineludibles (como una "gran
tribulación"). Pero puede ser suavizado su rigor y vivirse con gracia
en el corazón, en el Espíritu Santo y no deprimidos, sino con fe.
Podemos acumular los buenos frutos de una gran cosecha sin vivir la misma
intensidad que otros, con menos dolor, con menos desgracia porque somos
acompañados por la misericordia de Dios. Y además esa experiencia puede ser movida
de mes, año.
No en invierno sino en primavera o verano. Inclusive, menos
tiempo (v.20 "acortar los días"), quiere decir que si estaba ordenado
por Dios que durara toda la vida puede durar la décima parte de ella.
Tengo un ejemplo más. David, él escogió su castigo
(2 Sa. 24:13-15). Se le puede pedir al Señor que si tiene que castigarnos por
nuestras faltas que el castigo sea breve, que no lo destruya todo, que toque lo
que tenemos pero no nuestras vidas o familia, el dinero, la popularidad, el
trabajo pero no la salud. Así es nuestro misericordioso Dios, que en su
providencia llena de amor y consuelo nos permite que hagamos ajustes dentro de
su voluntad, para que tomemos de buena gana lo que venga, y que por nuestra
parte tenga la aprobación de lo que nos pasa, “lo que merecen nuestros hechos”
(Luc.23:41), quizás, y el consentimiento, porque quiere que sin resentimientos
y amarguras lleguemos hasta el fin. En una palabra, es como si negociáramos con
Dios el futuro, o tomemos ventaja de sus flexibles sabiduría y misericordia.
Comentarios
Publicar un comentario