Sin hijos y sin dulces memorias
Jeremías 22: 28-30
"¿Es este hombre Conías una vasija despreciada y
quebrada? ¿Es un trasto que nadie estima? ¿Por qué fueron arrojados él y su
generación, y echados a tierra que no habían conocido? ¡Tierra, tierra, tierra!
oye palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová: Escribid lo que sucederá a este
hombre privado de descendencia, hombre a quien nada próspero sucederá en todos
los días de su vida; porque ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre
el trono de David, ni reinar sobre Judá".
Será castigado a ser un hombre
solitario y a tener una vida sin ningún triunfo; a pesar que era un hombre
rico, importante, hijo de reyes y él mismo rey, vivirá en espantosa soledad, sin
hijos y sin dulces memorias. Oh Señor qué misericordia es la tuya el no estar
solo, haber tenido muchas cosas buenas por las cuales darte las gracias,
acariciar a una esposa, tener hijos y nietos y como Abraham, ordenarles que
guarden tu ley después de nosotros.
En el v.28 donde dice “vasija” se pudiera
traducir “ídolo” porque cuando comenzó su reinado así lo tenía el pueblo, como
si fuera un dios joven. No era un cualquiera, alguien sin importancia sino todo
un personaje, pero que el profeta o Dios, por dos veces le llama con desdén
“este hombre” (vv.28,30), porque no es más que eso, hombre y no un ídolo; en eminencia y reputación pero hombre con las
propias limitaciones y fragilidades humanas, con un cuerpo animal que sustentar
y limpiar, que digiere y execra, y llegada la muerte se pudre e hiede. Oh hombres, dioses no divinos sino de
tierra.
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