Si no tuvieran la cabeza dura

 

Lucas 16:18

(Mt. 19:1-12; Mr. 10:1-12)

 ¹⁸ Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera.

Este versículo está solitario aquí en Lucas, en Mateo forma parte del Sermón del Monte y se expande seis versículos de longitud (5:32-36); en el Evangelio según Marcos ocupa once versículos y se aclara que fueron los fariseos los que le hicieron la pregunta a Jesús (10:2-12), y está seguido por la bendición de los niños, lo que hace pensar que los padres cuando Jesús habló del divorcio inmediatamente pensaron en sus hijos, y pudiera ser que arrepentidos pidieran la bendición del Señor para ellos. Los discípulos sí parecían pensar de forma liberal con respecto al matrimonio, e incluso desde el mismo momento de la boda dejaban abierta la posibilidad de poder deshacer la unión (Mt. 19:10).   

Realmente sorprende que Lucas haya sido muy breve sobre un asunto tan importante mientras que los otros dos evangelistas escriben más. Pareciera que no usara como fuente de información a Mateo o Marcos, que ponen de relieve que Jesús tenía su opinión sobre la longitud del matrimonio y lo había estudiado bien en los escritos de Moisés, para refutar por medio de ellos, y con mucha antigüedad como en el Génesis, la intención divina al formar una perenne y sola pareja heterosexual. Los judíos contemporáneos casi que se divorciaban por cualquier cosa, y hasta las mujeres siguiendo el ejemplo de los paganos, también solían presentar el divorcio a sus maridos y se casaban de nuevo. Jesús fue estricto al respecto y aunque conocía como nadie los conflictos matrimoniales afirmó por qué pensaba de ese modo, porque todo se podía solventar si no tuvieran la cabeza (dijo: corazón) dura (Mt. 19:8). ¿Se ofendieron?