Fe para hacer cosas mayores y mejores
Lucas 17:5-6
5 Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. 6 Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería.
Debemos soñar con hacer cosas estupendas para Dios, como hacer un árbol volar o caminar sobre el agua de una playa. El asunto es que no trabajamos con la fe que pudiera ponerle alas a un sicómoro o convertir el agua en un mar de cristal. Esta petición de aumento de fe que le hicieron a Jesús no les vino del aire; Mateo establece el contexto y surgió ante la impotencia de los discípulos para curar a un muchacho lunático (Mt. 17:14-21). Ellos no se dieron cuenta que les faltaba fe para hacer su trabajo sino que Jesús les reveló esa insuficiencia y les explicó por qué, entonces le pidieron un incremento de ella, una porción extra y anexa a la que ya tuvieran, a lo menos a los deseos de ser eficaces.
Así dieron a entender que ella no era un producto anímico que con reposo y buena disposición se pudiera adquirir, no algo así como la bilis que produce el hígado ni existiría por generación espontánea.
Podrían cenar y recrearse un día entero dándole reposo al cuerpo y entretenimiento a la mente, que podrían conseguir sentirse mejor física y mentalmente, que ese estado biológico obtenido con descanso y alimentos no generaría jamás un grano de fe.
Acudieron a Jesús convencidos que ella es un milagro relacionada con él, el Verbo de Dios. Jesús no los complació en el momento, no extendió su mano y los tocó ni dijo alguna palabra milagrosa que les remediara su necesidad sino que mirando para el árbol que tenían cerca les dijo en hipérbole que si tuvieran aunque fuera una fe pequeñísima con ella podrían hacer grandes cosas como desarraigar aquel árbol sin tener que excavar alrededor, y sin otras manos alzarlo en vuelo, como hace un pájaro, y echarlo al mar.
La exageración pudo haberles fertilizado la imaginación sobre lo que podrían hacer si tuvieran lo que pedían, y al final se quedaron como estaban, sin nada más, sin poder hacer otra cosa para tener lo que querían sino estar atentos a lo que él les iba enseñando, ir trabajando con imaginación y probando si eran capaces de hacer para él cosas mejores y mayores según se les aumentaba la fe con mucho trabajo bendecido.
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